Las personas en trabajos altamente exigentes que tienen poco control sobre su flujo de trabajo tienden a tener una salud mental peor y tienen un mayor riesgo de muerte en comparación con aquellos con más autonomía (Gonzalez-Mulé & Cockburn, 2020).
En 2017, este equipo de investigación examinó cómo las demandas de trabajo, o la cantidad de estresores, como las demandas de concentración, la presión del tiempo y la carga de trabajo, se relacionan con la muerte (Gonzalez-Mulé & Cockburn, 2017).
“En ese estudio, descubrimos que el control del trabajo, o la autonomía que tiene para elegir cómo hacer su trabajo, cuándo hacerlo, y cosas por el estilo, hace que las demandas de trabajo sean más propensas a causar la muerte cuando el control es bajo, y menos propensas a causar la muerte cuando el control es alto. En este estudio, buscamos replicar esos hallazgos, examinando los mecanismos específicos (es decir, cambios en la salud física y mental) y si algunas personas son más susceptibles a los efectos nocivos de las demandas laborales que otras,” explicó el autor del estudio Erik Gonzalez- Mulé, profesor asistente en la Kelley School of Business de la Universidad de Indiana.
Para su nuevo estudio, los investigadores analizaron datos de 3148 individuos que participaron en la Encuesta Midlife en los Estados Unidos, un estudio longitudinal representativo a nivel nacional que examina el papel de los factores conductuales, psicológicos y sociales en la salud física y mental. De su muestra, 211 de los participantes murieron en el transcurso del estudio de 20 años.
Las altas demandas laborales estaban relacionadas con una peor salud mental, que a su vez estaba relacionada con una mayor probabilidad de muerte, cuando los participantes tenían relativamente poco control sobre su trabajo (como la capacidad de tomar decisiones en el trabajo, decidir en qué trabajar y decidir cómo completar el trabajo propio). Las altas demandas laborales también se relacionaron con la probabilidad de muerte por mala salud mental entre aquellos que obtuvieron puntajes bajos en una prueba de capacidad cognitiva.
“Es más probable que los estresores en el trabajo causen disminuciones en la salud mental y, en última instancia, la muerte por trabajos en los que los trabajadores tienen poca autonomía, o en personas con menor capacidad cognitiva. La capacidad cognitiva, también conocida como inteligencia, afecta la capacidad de las personas para resolver problemas y aprender. Las personas que son más inteligentes pueden adaptarse mejor a las demandas del trabajo y sufren menos daños que las que no son tan inteligentes. De esta manera, la alta capacidad cognitiva puede actuar como un sustituto cuando el control del trabajo es bajo,” dijo González-Mulé.
Las altas demandas laborales se asociaron con una mejor salud física y una menor probabilidad de muerte cuando los trabajadores tenían más autonomía, pero no se asociaron con la salud física cuando los trabajadores tenían poca autonomía. “Los resultados para la salud física fueron más variados y poco concluyentes,” dijo González-Mulé.
Los resultados indican que permitir a los empleados establecer sus propios objetivos o decidir cómo hacer su trabajo podría mejorar su salud mental.
“Alentamos especialmente a los empleadores a considerar la cantidad de control del trabajo, así como la capacidad cognitiva de sus empleados, al diseñar el trabajo de una manera que maximice la eficiencia y la productividad sin dañar el bienestar de los empleados,” dijo González-Mulé.
Para comprender mejor la relación entre los estresores laborales y la salud, la investigación futura podría diferenciar entre los desafíos laborales que evocan sentimientos de satisfacción y los obstáculos relacionados con el trabajo que causan frustración, sugieren.
“La literatura ha demostrado cada vez más que los desafíos en el trabajo, como enfrentar una fecha límite ajustada, son estresores “buenos” y en realidad pueden ser motivadores y energizantes, mientras que los obstáculos, como la burocracia y las molestias, son estresores “malos” y provocan agotamiento. Es necesario investigar más a fondo si los efectos de estos factores estresantes en la salud y la probabilidad de muerte están limitados de manera similar por el control del trabajo y la capacidad cognitiva,” explicó González-Mulé.
Referencia bibliográfica:
Gonzalez-Mulé, E., & Cockburn, B. (2017). Worked to Death: The Relationships of Job Demands and Job Control with Mortality. En Personnel Psychology (Vol. 70, Número 1, pp. 73-112). https://doi.org/10.1111/peps.12206
Gonzalez-Mulé, E., & Cockburn, B. S. (2020). This job is (literally) killing me: A moderated-mediated model linking work characteristics to mortality. En Journal of Applied Psychology. https://doi.org/10.1037/apl0000501
Fuente: Psypost