Alfred Adler fue un hombre de mucho coraje, desde su nacimiento superando su raquitismo, la pérdida de su hermano menor Rudolf y una enfermedad pulmonar que lo dejó al borde de la muerte. En ese entonces, se había decidido por la profesión de médico: “me di un objetivo para destruir mis aflicciones infantiles y a mi temor a la muerte” (Bernstein, p. 225 en: E. Heidbreder). En 1895 obtiene el título de médico en su ciudad natal: Viena. En los comienzos se dedicó a la oftalmología, sin embargo eso seguía sin concluir las aspiraciones del joven Adler de integrar la medicina, la psicología y la educación. Fue por tal motivo, que tomó contacto con Krafft-Ebing para estudiar psiquiatría y dedicarse por completo a la investigación psicológica de los niños.
Adler con gran coraje defendió las tesis freudianas en el mismo periódico
Otro hito importante, lo localizamos en el encuentro con Freud, primero a través de sus obras “La interpretación de los sueños” (1900) y “La psicopatología de la vida cotidiana” (1901). En aquel entonces, Freud no contaba con el apoyo de la comunidad científica y luego de la aparición de un artículo que ridiculizaba el primer libro de Freud, Adler con gran coraje defendió las tesis freudianas en el mismo periódico (“Neue Freie Presse”) en que fueran realizadas las críticas. El profesor Fürtmuller, en la biografía oficial: “Alfred Adler El apóstol de la libertad” de Phyllis Bottome, recuerda como Adler le habló por primera vez de Freud diciendo: “¡Este hombre tiene algo que decirnos!”. Este episodio conmovió hondamente a Freud, he hizo que le enviaran una postal expresándole su agradecimiento. Asimismo lo invitaba a participar de las reuniones de los miércoles en donde se discutían temas de psicología y neuropatología. Adler aceptó la invitación y participó del incipiente círculo psicoanalítico junto a: Stekel, Kahane, Reitle y el mismo Freud. La Sociedad Psicológica de los Miércoles (Psychologische Mittwoch Gesellschaft, 1902) primer nombre que adoptó lo que luego pasó a ser “La Asociación Psicoanalítica de Viena” (“Wiener Psychoanalytische Vereinigung”, 1908) tiene a Adler como cofundador y primer presidente.
En 1911 Adler disiente con el psicoanálisis, su doctrina del complejo de Edipo y la pulsión sexual como única fuente de la neurosis. La ruptura con Freud caracterizó, una vez más, el coraje de Adler de afrontar cuatro sesiones, argumentando contra las teorías de la sexualidad infantil y sobre el inconsciente como una categoría rígida producto del paradigma imperante del momento: el positivismo lógico. Luego de estos encuentros, decide retirarse del círculo seguido por nueve miembros de la Asociación Psicoanalítica, todos ellos se abocaron al estudio exhaustivo del pensamiento de Spinoza, Kant, Nietzsche y Bergson. La única mujer que pertenecía al grupo de psicoanalistas, Margarethe Hilferding también adhirió a Adler y se convirtió en una participante activa de la Psicología Individual interesada por la educación popular y las reivindicaciones de los derechos de igualdad para la mujer. “Sigmund Freud comentó su disidencia en una carta a Carl Gustav Jung con las siguientes palabras: `nuestra única hembra doctoral toma parte de la revuelta adleriana como una verdadera masoquista y no va a estar presente. Estamos realmente en una total decadencia”.
La ruptura con Freud caracterizó, una vez más, el coraje de Adler de afrontar cuatro sesiones
Siguiendo al historiador Henri Ellenberger y su magna obra “El descubrimiento del inconsciente”: “Contrariamente a la suposición común, ni Adler ni Jung son ´herejes del psicoanálisis´, y sus sistemas no son meras distorsiones de éste. Ambos tenían sus propias ideas antes de encontrarse con Freud, colaboraron con él manteniendo su independencia y, después de abandonarle, desarrollaron sistemas básicamente distintos del psicoanálisis y también básicamente distintos entre sí” (Ellenberger, p. 641).
La diferencia propuesta por el autor de marras entre los pensamientos de Freud y Adler, se sintetizan en que Freud incorporó los contenidos profundos y ocultos revelados por los grandes poetas como Shakespeare, Goethe, etc. en un modelo científico. Mientras que Adler se interesó, en el conocimiento práctico del hombre, lo suficientemente amplio para abarcar otros campos de comprensión humana. En palabras de Ellenberger la psicología individual “es el primer sistema registrado, unificado y completo de Menschenkenntnis” –conocimiento del hombre- (p. 641) por tal motivo advierte a los que inician lecturas de Adler a dejar de lado, temporalmente, todo lo aprendido sobre el psicoanálisis. Y afirma, que la psicología adleriana es un sistema completamente independiente.
El punto de partida formal del movimiento adleriano lo hallamos en 1898 en un folleto publicado por el Dr. G. Golebiewski (Berlín) intitulado “Libro de la salud de sastre”, Adler demuestra el fuerte vínculo entre la enfermedad y las condiciones laborales, destacando el componente social de los problemas del hombre y procurando mecanismos de prevención de factores de riesgo y promoción de salud. En 1907 se publica el libro “Estudio sobre las inferioridades orgánicas y su compensación psíquica”, anteriormente sale a luz un ensayo sobre “Las tendencias agresivas en la vida y en la neurosis” (1906). Además de las cuatro conferencias en que presentó argumentos contrarios a las tesis freudianas ante la Mesa Redonda Psicoanalítica. El estudioso argentino de la obra adleriana Jaime Bernstein, nos dice que teniendo Adler 41 años:
“Se organiza en el círculo psicoanalítico cuatro disertaciones, que dedica a la ´Crítica de la teoría de Freud sobre la sexualidad como base de la vida psíquica´. En la primera (4 de enero) trata `Algunos problemas del psicoanálisis´; en la segunda (1 de febrero) presenta `La protesta masculina como problema nuclear de las neurosis`; y en las dos siguientes (8 y 22 de febrero) se entra en el debate general de esos temas. Adler repudia el Complejo de Edipo y abandona el grupo freudiano (el 22 de febrero) y la Revista (24 de mayo). Inicia el camino de su total independencia científica. Deja la medicina general para ocuparse de la psiquiatría” (Bernstein, p. 356 en: E. Heidbreder).
Es por ello que Ernest Becker dice sin ambages: “Respetamos a Adler por la solidez de su juicio, lo directo de su visión y su humanismo sin concesiones” (Becker, p. 16). La psicología individual o adleriana es una psicología profunda, constructivista, holística, teleológica o finalista y optimista.
Profunda: porque tiene el inconsciente. Freud, Adler y Jung, son los pioneros de la psicología profunda. Todos consideraron el inconsciente en sus trabajos, si bien cada uno por su cuenta realizó aportes sólidos y originales a la Teoría del Inconsciente. Teoría que hunde sus raíces en el hipnotismo de Mesmer: “los hombres siempre han sabido que el espíritu humano es como un gran témpano cuya mayor parte permanece oculta e invisible” (Hazán & Titze, p.11). Y en Pierre Janet con sus “ideas fijas subconscientes” y el concepto “sentiment d´ incomplètude” del neurótico.
Constructivista: El sujeto participa activamente de la construcción del conocimiento
En el mismo año en que Adler se separaba de Freud (1911), el filósofo Hans Vaihinger publicó su “Die Philosophie des Als Ob” (“Filosofía del como si”). Una obra de 800 páginas que ejerció influencia en toda la obra de Adler. Unos meses más tarde Adler publica el “Carácter neurótico”, carta de independencia de la psicología adleriana. El libro comienza con un epígrafe de Séneca: “Todo depende de la opinión. Cada cual es tan miserable como cree serlo”. Luego sustituye el término opinión por el de ficción. Vaihinger aporta la idea de ficción y dice que “la ciencia es el error más útil”. No hay verdades estáticas sino transitorias y plantea el cambio como única realidad.
“Las ficciones, según Vaihinger, son ideas, incluyendo entre ellas nociones inconscientes, que no tienen paralelo en la realidad y no obstante sirven a la útil función de hacernos capaces de tratar con ella mejor que lo que podríamos lograrlo sin ella” (Ansbacher, 118).
Para explicar el concepto de “ficción” y del “como si” Paul Watzlawick recurre en su libro “La coleta del barón de Munchhaüsen. Psicoterapia y realidad” a una parábola sufí:
Un padre había dispuesto que la mitad de sus bienes fuesen para el hijo mayor, una tercera parte para el segundo y una novena parte para el más joven. El total de la herencia, sin embargo, contaba de 17 camellos y por más vueltas de los hijos dan al problema después de su muerte no encuentran ninguna solución, salvo el descuartizamiento de algunos animales. Un mullah, un predicador ambulante, cabalgaba por allí y le piden un consejo. Éste dice: “he aquí la solución: yo añado mi camello a los de ustedes, así son 18. Tú, el hermano mayor, recibes la mitad, es decir 9. Tú el segundo, recibes una tercera parte, es decir, seis. A ti, el más joven, te toca una novena parte, es decir 2 camellos. En total son 17 camellos y sobra uno, a saber el mío…dice esto, monta y se va cabalgando” (p.133).
El autor plantea al siguiente interrogante: ¿Qué tiene que ver todo esto con la psicoterapia?.
El camello 18 es utilizado como una ficción, es decir como un supuesto imaginario que no tiene paralelo con la realidad pero si tiene una finalidad práctica, dar una solución al conflicto: la de encontrar medios más tolerable para las personas. Este es el objetivo de toda psicoterapia: ayudar a las personas a ser responsables y libres.
Watzlawick afirma:
“La ciencia moderna no busca la verdad sino la efectividad. Por consiguiente, no se trata de interpretaciones y explicaciones cuanto tales, sino de supuestos imaginarios que tiendan puentes ficticios para resultados prácticos” (p.81).
Holística: el filósofo sudafricano Smuts acuñó el término “holismo”, que es una palabra griega que significa totalidad y concibió en el universo “un impulso hacia la totalidad que se manifiesta en cada individuo en un poder de desarrollo, crecimiento y evolución que surge de su interior y que actúa en su propio ambiente partiendo de sí mismo” (Ellenberger, p.714)
Ira Progoff en su obra “La psicología profunda y el hombre moderno” dice que Adler y Smuts habían llegado a la misma conclusión de que el objetivo de la psicología: es el desarrollo de las potencialidades del ser humano, mirar al futuro con optimismo.
Teleológica o finalista: el comportamiento está dirigido hacia metas ficticias. Si bien se tiene en cuenta la causalidad (por qué) se hace mayor hincapié en la finalidad (para qué), a la intención del comportamiento y a la interpretación subjetiva que hace de los hechos el sujeto.
Optimista: luego de la Primera Guerra Mundial en las Clínicas Adlerianas en Viena, colgaban en sus puertas un mensaje esperanzador: “nunca es demasiado tarde”. Al haber observado la agonía del sufrimiento humano, planteó un concepto nuevo al círculo de psicólogos nietzcheanos, al que denominó “sentimiento de comunidad” y en término germánico: “gemeinschaftsgefühl”. Uno de sus más fieles discípulos, Neuer, dijo que ese término no existía en los tratados de filosofía, a lo que Adler, rápidamente, contestó: “…es lo que el mundo necesita” (Bottome, 1952, 171).
En el libro “Religión y Psicología Adleriana” que fue el resultado de un intercambio epistolar (1930 – 1933) entre Alfred Adler y el pastor luterano Ernst Jahn, se menciona que el sentimiento de comunidad es la meta orientadora, hecho ideal, constantemente inalcanzable, que eternamente nos llama, nos indica el camino y el sentido de la vida. Al respecto, el Dr. Pagani entiende al sentimiento de comunidad “como si” fuera una verdad absoluta, referencia directa a la “Filosofía del como sí” de Vaihinger que considera que la “verdad es el error más útil”.
Una vez, Adler relató a un paciente que padecía de gran timidez, la historia del conejo que quería mucho a su dueño y se acercaron a la puerta de su casa un forastero y perro de aspecto salvaje, el conejo mostró sus dientes y gruño tan fuerte que los visitantes salieron despavoridos. A lo que Adler finaliza diciendo: “¡Ya ve usted lo que hasta un pobre conejo puede conseguir, si se lo provoca!” (Bottome, 81).
Dreikurs afirmó que “cada niño necesita ser animado continuamente tanto como una planta necesita de agua”, en el resto de los sujetos también es útil el aliento, es decir “empoderarlos”. El sentimiento de igualad es el prerrequisito para desarrollar emociones conjuntivas (aquellas que conectan de forma positiva a las personas) y para conseguir una lugar democrático y en cuya base siempre está el respeto. El autor siempre decía, criticando a la ciencia moribunda del siglo XIX, que “Adler liberó al hombre de la causalidad y lo gravó con la responsabilidad”.
El Centro de Estudios Adlerianos es una asociación científica continuadora de los principios de Alfred Adler y miembro de la International Association of Individual Psychology (IAIP) , cuyo principal objetivo es difundir la teoría adleriana y formar psicoterapeutas y counsellors sobre la base de psicólogos y psiquiatras.
Bibliografía
Adler. A. & Jahn, E. (2013) Religión y Psicología Adleriana. Montevideo: Centro de Estudios Adlerianos.
Ansbacher, H. & Ansbacher, R. (1964). The Individual Psycology of Alfred Adler. New York: First Harper Torchbook.
Becker, E. (1977). El eclipse de la muerte. México: Fondo de cultura económica.
Bottome, P. (1952). Alfred Adler Apóstol de la Libertad. Barcelona: Luis Miracle.
Dreikurs R. (1973). Psychodynamics, psychotherapy and counseling. Chicago: Adler School of Professional.
Ellenberger, H. (1970). El descubrimiento del inconsciente. Historia y evolución de la Psiquiatría dinámica. Madrid : Gredos.
Hazán Y. & Titze M. (2011). Fundamentos de Psicología Profunda Teleológica. Montevideo: Psicolibro.
Heidbreder, E. (1976) Psicologías del siglo XX. Buenos Aires: Paidós.
Mühleitner, Elke: Las mujeres en el movimiento psicoanalítico. El caso de la Asociación
Psicoanalítica vienesa1902 –1938.
Watzlawick, P. (1992). La coleta del barón de Munchhaüsen. Barcelna: Heder.