En el año 2013 nuestro colega Daniel Comin escribió un valioso artículo en Autismo Diario, sobre las posibles causas de las lesiones físicas que sufren los niños con autismo durante las horas en la escuela y añade recomendaciones para los padres sobre cómo actuar ante estas situaciones. Las recomendaciones de Comin y el panorama que nos ofrece en su artículo son muy buenas porque no son genéricas y se ajustan a las necesidades y preocupaciones de los padres de niños con autismo.
El que un niño con autismo (por ejemplo), y sin una comunicación funcional, llegue a casa con un moratón, tampoco es un signo inequívoco de que haya sufrido alguna agresión, pero, lo malo es que no se nos comunique justo en el momento de ir a recoger a nuestro hijo con un “Hoy Carlos se cayó en el recreo y se dio un golpe en la rodilla, pero no se preocupen, lloró un poco, pero no fue nada”, o algo similar. Lo malo es que sea al otro día cuando tengamos que ir a pedir explicaciones. Se supone que un niño con este perfil debe tener una mayor vigilancia o supervisión, por motivos obvios, de forma que si sucede algo el equipo del centro esté pendiente. Y aquí podemos encontrarnos con diferentes escenarios y posibles situaciones.