Un grupo de investigadores, liderados por Scott Langenecker, se interesó por conocer si la exposición a adversidades en la niñez puede explicar la variancia en un componente cognitivo: el control inhibitorio. Dicho componente ha sido asociado tanto a la depresión como al hecho de haber estado expuesto a adversidades en la niñez.
Los hallazgos podrían ayudar a explicar el vínculo entre la vivencia de adversidades en la niñez y la depresión.
El control cognitivo es un término amplio que describe procesos cognitivos que nos permiten evaluar objetivos, determinar parámetros de elecciones óptimas y llevar a cabo conductas dirigidas a una meta (Miller, 2000; Banich, 2006, citados en Quinn, Stange, Jenkins, Corwin, DelDonno, Bessette, Welsh & Langenecker, 2018). Comprende una serie de habilidades como: inhibir respuestas automáticas (control inhibitorio), flexibilidad para cambiar de conducta y actualización de contenido en memoria de trabajo.
Los problemas con el control cognitivo se asocian a la depresión y se han observado también en la fase de remisión.
En el estudio, 53 individuos con trastorno por depresión mayor en remisión y 40 personas sin historia de depresión (grupo control) realizaron una tarea Go/No Go, que mide el control inhibitorio de respuesta y la atención selectiva. Específicamente, la tarea consiste en responder solo en determinadas condiciones (por ejemplo, responder si ve cosas de color rojo en la pantalla) y abstenerse de responder si la condición no se cumple.
Sumado a esto, los participantes también completaron una encuesta sobre adversidad en la niñez y estrés actual. Finalmente, se sometieron a una sesión de IRMf para evaluar el volumen de materia gris y la conectividad en estado de descanso de algunas zonas en el cerebro que se asocian al control cognitivo.
El equipo de investigadores utilizó los siguientes criterios de exclusión: abuso de sustancias o dependencia en los últimos 6 meses; no tener historial de trastornos del eje 1 y 2 para el grupo control; no haber tomado medicamentos psicotrópicos al menos 30 días antes del escaneo.
La muestra tenía entre 18 y 23 años de edad y un 69.9% eran mujeres.
Los participantes que reportaron mayores niveles de adversidad en la niñez tendían a exhibir un control inhibitorio más pobre. Esto fue cierto en ambos grupos, incluso luego de controlar síntomas de depresión y estrés actual.
Langenecker y su equipo también encontraron que la adversidad en la niñez se asoció con alteraciones en tres redes cerebrales importantes: la red de control cognitivo, la red de prominencia y emoción y la red de modo predeterminado.
Los científicos insisten en que sabemos que para algunas personas la depresión es más crónica y deberíamos proveer tratamientos preventivos más que reactivos. Así podríamos reducir resultados negativos (como problemas académicos, de pareja, riesgo de suicidio, etc.).
A continuación se enumeran algunas de las limitaciones nombradas en el estudio:
- El estudio necesita ser replicado y en una muestra más grande.
- La adversidad en la niñez se midió a través de reportes retrospectivos, lo que ha planteado problemas en cuanto a la veracidad de los mismos. Sin embargo, los pacientes con diagnóstico de depresión mayor estaban en remisión, lo que reduce el sesgo retrospectivo y el sesgo asociado a un estado de ánimo negativo.
- El grupo con depresión mayor en remisión reportó más experiencias adversas en la niñez que el grupo control, incluso aunque el nivel promedio de ambos grupos era moderadamente elevado comparado con datos normativos publicados.
Debido a que los episodios de depresión pueden interferir en la búsqueda de ayuda, los autores creen que contar con biomarcadores ayudará a los profesionales a programar entrevistas de seguimiento y tratamientos preventivos.
Referencias del estudio original: Meghan E Quinn, Jonathan P Stange, Lisanne M Jenkins, Samantha Corwin, Sophie R DelDonno, Katie L Bessette, Robert C Welsh, Scott A Langenecker; Cognitive control and network disruption in remitted depression: a correlate of childhood adversity, Social Cognitive and Affective Neuroscience, Volume 13, Issue 10, 25 October 2018, Pages 1081–1090, https://doi.org/10.1093/scan/nsy077
Fuente: Psypost
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