José Gomes Temporão (médico y exministro de la Salud de Brasil) y Miguel Lago es (director ejecutivo del Instituto de Estudos para Políticas de Saúde (IEPS) describen en The New York Times en español, los desafíos y las acciones que debe realizar América Latina para afrontar la pandemia:
El virus no es el gran igualador social, como se decía al inicio de la pandemia. Si bien todos estamos potencialmente expuestos a la enfermedad, la probabilidad de que se extienda y cause cuadros más graves y más muertes es significativamente mayor entre los más pobres y los que no son blancos. Si la población más vulnerable en Europa son los ancianos, en América Latina la desigualdad distribuye los factores de riesgo de manera más equitativa entre generaciones. En muchas ciudades, incluso antes de la pandemia, la edad promedio de las personas que mueren varía dependiendo del barrio en el que se vive. En São Paulo la diferencia es de hasta 23 años.
En este contexto, las políticas de aislamiento social solo serán efectivas cuando las personas tengan las condiciones materiales para aislarse. En la región, donde la informalidad laboral alcanza alrededor del 50 por ciento de los empleados dejar de trabajar y quedarse en casa simplemente no es una opción. Los mercados populares de alimentos, donde el campo y la ciudad se encuentran, son uno de los grandes focos de infección de países como Perú y Ecuador.
Los efectos de la desigualdad estructural:
En el combate contra la pandemia en América Latina se ve limitado por la desigualdad estructural, la falta de capacidad del Estado y la demagogia política. Hace falta que los gobiernos nacionales y subnacionales se coordinen para compensar estos factores y dar una respuesta homogénea.
Es fundamental prolongar las medidas de distanciamiento social y que cualquier apertura de actividad sea monitoreada y basada en las recomendaciones de la comunidad científica. Para reforzar esa política, se requiere poder identificar a los sintomáticos y ayudar a aislarlos. Finalmente, para asegurar el cumplimiento de dichas medidas es necesario establecer un ingreso de emergencia adecuado para las familias más vulnerables.
América Latina no puede superar en pocos meses sus lagunas estructurales, pero sí puede encontrar en la pandemia la oportunidad para identificar los puntos débiles y la energía para empezar a tratarlos de manera profunda y sistemática.