Con el auge de los retiros de ayahuasca en América Latina y otros rincones del mundo, también han aumentado los casos de emergencias médicas graves e incluso muertes. Aunque los detalles sobre las causas no siempre están claros, estas situaciones han encendido alertas sobre los protocolos de seguridad y los riesgos de mezclar esta bebida psicodélica con ciertos medicamentos, especialmente antidepresivos.
El Dr. Charles Grob, psiquiatra e investigador con décadas de experiencia en psicodélicos, habló con The Microdose sobre lo que se sabe —y lo que aún no— sobre la ayahuasca.
¿Qué es la ayahuasca y cómo actúa?
La ayahuasca combina dos plantas: Psychotria viridis, que contiene DMT (un potente alucinógeno), y la liana Banisteriopsis caapi, rica en alcaloides que inhiben la monoaminooxidasa (IMAO). Esta combinación permite que el DMT sea absorbido por el cuerpo y ejerza su efecto psicodélico. Sin el IMAO, el DMT sería destruido antes de generar algún impacto.
Los primeros estudios de Grob
En 1993, Grob y su equipo realizaron estudios en Brasil con miembros de la iglesia União do Vegetal (UDV), que consumen ayahuasca de forma regular como parte de sus rituales religiosos. Los participantes, con más de diez años de uso continuo, fueron evaluados médicamente, incluyendo pruebas neuropsicológicas y de personalidad. En general, mostraban una buena salud física y mental, y un dato llamativo: tenían una mayor densidad de receptores de serotonina, lo opuesto a lo que se observa en personas con depresión o adicciones.
Un segundo estudio con menores de edad que participaban en ceremonias familiares mostró también resultados positivos. Los niños, incluso algunos expuestos en el útero o desde bebés, eran funcionales y saludables, sin diferencias negativas en comparación con un grupo de control.
El gran riesgo: mezclar con antidepresivos
Grob advierte de forma clara: combinar ayahuasca con antidepresivos, especialmente ISRS como fluoxetina o sertralina, puede ser extremadamente peligroso. En un artículo publicado en 1998 junto con James Callaway, describió tres casos de personas que presentaron síntomas severos tras tomar ayahuasca mientras estaban en tratamiento con ISRS: confusión, agitación, fiebre, sudoración excesiva, rigidez muscular. Todo indica que se trató de síndrome serotoninérgico, una condición potencialmente mortal por exceso de serotonina en el sistema nervioso central.
El problema surge porque los ISRS aumentan los niveles de serotonina al bloquear su recaptación, mientras que los IMAOs de la ayahuasca impiden su degradación. Esta combinación puede llevar a una sobrecarga tóxica.
¿Qué hacer si alguien quiere participar en una ceremonia?
Grob no recomienda suspender la medicación sin supervisión médica, pero subraya que si alguien está considerando tomar ayahuasca, debe dejar los ISRS con semanas de anticipación y bajo control profesional. Los efectos residuales pueden durar hasta cinco semanas. También señala que quienes tienen problemas cardíacos o toman medicación para la presión arterial corren riesgos adicionales, y no existe suficiente investigación para saber qué interacciones podrían ocurrir.
Lo que la ciencia aún no sabe
Grob se muestra crítico con la falta de avances en los estudios clínicos con ayahuasca. A pesar de su popularidad, no existen estudios en EE.UU. donde se haya administrado ayahuasca en entornos clínicos controlados. En Brasil sí hay algunos, pero con limitaciones metodológicas.
Además, la mayoría de investigaciones excluyen a personas mayores, hipertensas o con enfermedades crónicas, lo que deja fuera a un grupo creciente de usuarios reales. Grob está trabajando en un estudio con pacientes en cuidados paliativos, levantando estas restricciones para estudiar los efectos reales en una población más vulnerable.
¿Y el rol del “underground”?
Uno de los mayores problemas, según Grob, es que muchas ceremonias fuera de contextos religiosos formales son organizadas por grupos informales sin preparación médica. En esos espacios, no se hacen evaluaciones médicas previas ni hay personal capacitado para responder ante una emergencia.
Grob recuerda el caso de un hombre de 74 años que murió tras tomar psilocibina con un terapeuta subterráneo. Nunca había consumido psicodélicos, no reportó problemas de salud, pero sufrió un paro cardíaco. El caso ilustra un punto clave: sin un sistema de salud que respalde y sin protocolos rigurosos, los riesgos aumentan.
La ayahuasca tiene un potencial terapéutico que aún no ha sido explorado a fondo en estudios controlados. Sin embargo, también puede tener efectos adversos graves, especialmente cuando se combina con ciertos medicamentos. Hasta que la ciencia avance y se establezcan protocolos más claros, la recomendación es actuar con extrema cautela, buscar información de fuentes confiables y no subestimar los riesgos. La experiencia espiritual o transformadora no justifica poner en peligro la vida.