En un mundo donde el deseo y la estabilidad emocional a menudo se entrelazan en formas inesperadas, un reciente estudio publicado en Sexes ha arrojado luz sobre la relación entre los cambios rápidos de estado de ánimo, la propensión al aburrimiento, el mindfulness y la cantidad de parejas sexuales en mujeres. El hallazgo clave: aquellas que experimentan fluctuaciones entre la depresión y la euforia tienden a tener más parejas sexuales, especialmente si su tendencia a observar sus propios pensamientos y sensaciones es menor.
Los investigadores se sumergieron en esta temática debido a la conexión entre la labilidad afectiva y trastornos como el límite de la personalidad, bipolaridad, trastornos alimenticios y el estrés postraumático. Estudios previos ya habían vinculado la labilidad afectiva con un mayor número de parejas sexuales, un fenómeno que conlleva riesgos potenciales, como infecciones de transmisión sexual y embarazos no planificados. Sin embargo, los mecanismos detrás de esta relación seguían siendo un enigma.
Aburrimiento y mindfulness: las fuerzas en disputa
Una posible explicación radica en la manera en que el aburrimiento opera en la vida emocional. Las personas con una baja tolerancia al tedio tienden a buscar experiencias intensas para escapar de su malestar, lo que podría traducirse en una conducta sexual impulsiva. En la otra esquina del cuadrilátero psicológico está el mindfulness: la capacidad de observar el presente sin juzgar.
Los investigadores plantearon la hipótesis de que el mindfulness podría actuar como un freno, permitiendo a quienes oscilan entre extremos emocionales enfrentar la incomodidad sin recurrir al sexo como una vía de escape. Dado que las consecuencias de las relaciones sexuales casuales suelen ser más significativas para las mujeres, y que culturalmente se espera que expresen sus emociones con mayor intensidad, el estudio se enfocó exclusivamente en una muestra femenina.
Un experimento en el laberinto emocional
Para poner a prueba estas ideas, los investigadores reclutaron a 469 mujeres adultas a través de comunidades en línea y un grupo universitario. La edad promedio era de 25 años, y la mayoría se identificaba como blanca y heterosexual.
Las participantes completaron un cuestionario que medía la labilidad afectiva mediante la Escala de Labilidad Afectiva. Este instrumento evaluaba cambios rápidos en tres dimensiones: de la normalidad a la ansiedad o depresión, de la normalidad a la ira y de la depresión a la euforia. La Propensión al Aburrimiento se midió con otra escala estandarizada, mientras que el mindfulness fue evaluado mediante el Cuestionario de las Cinco Facetas de Mindfulness, que desglosa esta capacidad en cinco elementos: observación, descripción, acción con conciencia, no juzgar y no reaccionar.
Además, se recopiló información sobre la cantidad de parejas sexuales en el último año, el estado relacional de las participantes y sus preferencias sexuales.
Un hallazgo inesperado
Los datos no confirmaron la predicción original de que el aburrimiento y el mindfulness moderarían la relación entre la labilidad afectiva y el número de parejas sexuales. Sin embargo, surgieron hallazgos reveladores: entre las mujeres que experimentaban oscilaciones entre la depresión y la euforia, aquellas que puntuaban bajo en la faceta de “Observación” del mindfulness reportaron tener más parejas sexuales.
En términos más simples, aquellas que oscilaban entre la tristeza y la alegría, pero no solían notar ni analizar sus pensamientos y sensaciones internas, parecían ser más propensas a buscar encuentros sexuales con diversas parejas. Este resultado sugiere que la capacidad de observar la propia experiencia interna sin reaccionar de inmediato podría jugar un papel crucial en la regulación de la conducta sexual en mujeres con labilidad afectiva.
Preguntas abiertas y caminos futuros
¿Por qué la hipótesis inicial no se confirmó? Los autores proponen que quizá el rasgo de búsqueda de sensaciones sea un factor más determinante que la propensión general al aburrimiento. También sugieren que contar parejas sexuales no captura completamente la impulsividad sexual: hay quienes pueden tener encuentros esporádicos pero no frecuentes, y otras que pueden participar en conductas impulsivas dentro de relaciones estables.
El estudio también presenta limitaciones. La muestra estaba dominada por mujeres jóvenes y blancas, lo que restringe la generalización de los resultados. Además, muchas participantes estaban en relaciones de pareja o no eran sexualmente activas, lo que pudo haber afectado los datos. Otro punto relevante es que la investigación fue transversal: solo observó una instantánea en el tiempo, sin posibilidad de establecer causalidad.
A pesar de estas limitaciones, el estudio ofrece una perspectiva intrigante sobre la intersección entre los cambios emocionales, la atención plena y la conducta sexual. Queda abierta la pregunta de si las intervenciones basadas en mindfulness podrían ayudar a quienes enfrentan estas oscilaciones emocionales a manejar mejor sus impulsos. Tal vez el secreto no esté en evitar el deseo, sino en aprender a mirarlo sin perderse en él.
Referencia: Lorenzi, C. A., de Jong, D. C., & Faulkenberry, R. S. (2024). The Roles of Affective Lability, Boredom, and Mindfulness in Predicting Number of Sex Partners within Women. Sexes, 5(3), 262-274. https://doi.org/10.3390/sexes5030020
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