Perdonar es difícil. Dejar pasar ofensas demanda mucha voluntad y dominio propio. Pero incluso cuando creemos que dejamos algo atrás, puede ser que con solo pensar en el suceso reavivemos el cúmulo de emociones que nos produjo, dejándonos una sensación amarga de la cual no es fácil desprenderse. Y aún cuando logramos perdonar, casi inevitablemente, experimentamos desconfianza producto de lo vivido, y reconstruir la confianza perdida también cuesta mucho trabajo.
Thomas Szasz dijo: “El estúpido no perdona ni olvida; el ingenuo perdona y olvida; el sabio perdona pero no olvida.”
Nadie es perfecto: todos cometemos errores y necesitamos ser perdonados o perdonar en algún momento de la vida. A continuación podrás leer seis cosas importantes sobre que considerar sobre el perdón:
1. Perdonar te hace más feliz y saludable
Muchos estudios han mostrado que las personas que perdonan son más felices y saludables que aquellos que no lo hacen. Aferrarse a rencores puede ser perjudicial para tu salud al actuar como un estresor crónico. Si no perdonás, recibirás una ráfaga de cortisol, la hormona del estrés, cada vez que pienses sobre el evento ofensivo. Rumiar sobre el daño causado puede elevar tu presión sanguínea y poner tensión sobre tu corazón. A largo plazo, esto puede hacerte más vulnerable a las enfermedades, y puede quitar atención a mantenerte saludable y feliz en el presente. Puede que también te vuelvas una persona menos propensa a confiar y comprometerse con otras personas que pueden darte amor y placer.
2. … Pero ten cuidado con el efecto “alfombra”
El beneficio del perdón en relaciones cercanas depende de cómo responde al perdón el perpetrador. Si continúan faltándote el respeto o ignorando tus deseos, eventualmente te sentirás como una alfombra, lo que bajará tu autoestima. Investigaciones en parejas muestran que cuando un miembro de la pareja no cambia o muestra remordimiento, el perdón en realidad baja la autoestima de quien perdona. Perdonar incrementa la autoestima en aquellas personas cuyas parejas toman responsabilidad y trabajan en cambiar el comportamiento.
3. La falta de perdón corroe el sentido de pareja
Alguien dijo: “un matrimonio feliz es una unión de dos buenos perdonadores.” Todos cometemos errores a veces y es mejor dejar pasar las cosas pequeñas que meterse en un ciclo negativo. Las investigaciones muestran que las parejas que no perdonan se vuelven competitivas y se enfocan en “tener la razón” y en ganar argumentos, antes que en trabajar juntos de manera cooperativa. Las parejas emocionalmente cercanas y comprometidas son más propensas a perdonar. Cuando tenemos más que perder, como tiempo con los hijos, dinero, una casa o una relación con muchas cosas positivas, nos inclinamos más a trabajar arduamente para perdonar.
4. La intención y la responsabilidad hacen una diferencia
Es mucho más fácil perdonar a alguien que no se dió cuenta que estaba causando un daño que a una persona que hirió intencionalmente a otros. Además, si vemos al acto como sucedido por circunstancias externas más que por elección personal, es más probable que lo perdonemos. Es más sencillo perdonar a tus amigos o colegas por llegar tarde si te enterás que hubo un accidente en el camino. Para trabajar en el perdón, pensá sobre todas las circunstancias externas que contribuyeron al comportamiento dañino. ¿Estaba la persona bajo mucho estrés, desinformada, intoxicada, intimidada por otros o mentalmente enferma? ¿Fue abandonado, abusado o descuidado cuando era niño o adolescente? Si bien estas condiciones no justifican el mal que ha sido causado, pueden ayudarte a sentir más empatía por el perpetrador, para que no atribuyas el crimen enteramente a su “maldad.”
5. Las emociones pueden obstaculizar la llegada del perdón
Estudios de escaneos cerebrales muestran que los centros emocionales del sistema límbico se activan cuando consideramos perdonar. Las investigaciones muestran que las emociones (negativas) en general, incluyendo los sentimientos de ira y dolor, hacen más difícil perdonar. Para muchos de nosotros, perdonar es un proceso que involucra expresar y examinar el enojo y la pérdida que sentimos y entender el impacto de estos actos en nuestras vidas.
6. Elegir perdonar puede ser un acto de empoderamiento
Perdonar no significa necesariamente olvidar o dejar pasar un acto sin castigo, aunque para algunas personas sí signifique eso. Puede que perdonemos a alguien emocionalmente, pero que sintamos que de todos modos necesita experimentar consecuencias. O quizás sintamos la necesidad de proteger a futuras víctimas. Por nuestra seguridad y bienestar, puede que elijamos excluir al perpetrador de nuestras vidas o de la sociedad. Perdonar significa hacerlo pacíficamente, no desearles más daño, querer que sean miserables o buscar venganza. Para algunos de nosotros, aferrarse al enojo y la amargura significa dar al perpetrador un poder continuo sobre nuestras vidas, mientras que dejarlos ir significa liberarnos psicológicamente.
Estas son cuestiones importantes a tener en cuenta cuando pensamos en perdonar o ser perdonados. También debemos reflexionar sobre la siguiente pregunta: ¿a quién estamos haciendo daño, realmente, cuando no perdonamos? Recordemos que aferrarse a los rencores es perjudicial para la salud física y psicológica, y que puede ser mejor dejar pasar las pequeñas cosas antes que sumergirse en un círculo de negatividad, amargura y venganza.
Fuente: Psychology Today