Una de las preguntas que suelo hacerle a nuestros estudiantes es: “¿Cuál es el mayor impedimento que encuentras a la hora de practicar mindfulness o atención plena a diario?” Aunque la lista es amplia, he detectado algunas respuestas que suelen ser muy comunes. Ahí van algunas:
- “He tenido un día horrible.”
- “Mi mente está saturada.”
- “Estoy demasiado estresado/a para ponerme a practicar.”
- “Tengo cosas más importantes que hacer.”
- “No tengo tiempo.”
Voy a ser honesto contigo: incluso los practicantes más experimentados siguen teniendo que hacerle frente a multitud de excusas y resistencias como estas. Esto es normal. El desafío no es dejar de tener estos pensamientos, sino prestarles atención y observarlos con objetividad sin permitir que se hagan con el control: sean o no sean convincentes, practicamos. Nos sentamos y nos sentimos, y que la mente diga lo que quiera.
Mi catálogo personal de excusas, por ejemplo, es bastante extenso. Sin embargo, practico. Y a veces, durante mi práctica, mi mente vagabundea sin parar. Yo la traigo de vuelta una y otra vez enfocando mi atención en mi postura y respiración. Cada vez que encuentro a mi mente perdida, es un momento de atención, no una derrota. Y esto es muy importante porque muchos practicantes, sobre todo los que aún acumulan pocas horas de experiencia, suelen sentirse desanimados cada vez que se dan cuenta de que su mente vagabundea, cuando en realidad deberían sentirse victoriosos.
El asunto de las intromisiones de la mente me llama especialmente la atención, así que decidí analizarlo con mayor profundidad. Sí, ya conozco muy bien las resistencias a las que se enfrentan las personas que practican, pero, ¿qué hay del resto? ¿Qué sucede con los que nunca han practicado? ¿Por qué la atención plena, a pesar de haber demostrado científicamente poseer innumerables beneficios personales, familiares y sociales (echa un vistazo a este artículo y también a este otro), no es algo masivo? ¡Todo el mundo debería estar practicando!
Así que he decidido elaborar una lista de 5 razones que posiblemente te estén poniendo las cosas difíciles a la hora de integrar la práctica del mindfulness o atención plena en tu vida diaria, y qué puedes hacer al respecto:
1. No tienes muy claro qué es exactamente la atención plena
Si alguien te ha contado que se trata de dejar la mente en blanco o algo similar, creo que tus fuentes no son muy fiables. ¿Se puede acaso dejar la mente en blanco? No sé, tal vez se pueda. En cualquier caso, ese no es el objetivo de la práctica de la atención plena. La atención plena es una práctica de foco abierto: dejamos que los contenidos mentales surjan en el campo de la conciencia, y la respiración es el ancla que nos conecta con el momento presente cuando la mente divaga. Observamos cómo los contenidos surgen, se desarrollan y desaparecen, porque todos los pensamientos tienen un tiempo de aparición, un tiempo de desarrollo y un tiempo de desaparición. Nosotros simplemente permitimos que esto suceda de forma natural sin entrometernos. Observamos sin elaborar mentalmente la naturaleza de lo que observamos.
Durante la práctica, tu mente va a vagabundear, tenlo por seguro. Y darte cuenta de que tu mente salta como un mono de rama en rama es un claro signo de atención y consciencia: no es una derrota, sino un gran triunfo. Así pues, se trata de observar con ecuanimidad, es decir, con objetividad y sin emitir juicios valorativos acerca de lo observado. Es así como desarrollamos la compasión (sí, la compasión puede ser entrenada).
Si quieres comenzar a practicar atención plena (o mindfulness) pero no sabes cómo, en este artículo aprenderás una sencilla técnica y podrás descargar GRATIS un audio guiado que te será de gran ayuda.
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2. Todavía no aceptas que cuerpo y mente están conectados
Parece que mucha gente, a pesar del gran peso que todavía tiene el racionalismo cartesiano (separación cuerpo-mente), empieza a entender que cuerpo y mente son uno, pero acompañar estas hermosas y perfumadas palabras con la acción correcta es otra cosa. ¿Qué significa exactamente esta conexión indisoluble de cuerpo y mente? ¿En qué se traduce? Dicho de forma sencilla, sería algo así: todo cambio en el estado fisiológico tiene un impacto en nuestro estado mental y emocional. Y viceversa: todo cambio en nuestro estado mental y/o emocional, impacta instantáneamente nuestra biología. O dicho de otro modo: lo que piensas importa, tus emociones importan, tu cuerpo importa. Nuestro cuerpo-mente es una red de comunicación integral donde todo afecta a todo. Y esta es precisamente la revolución de la atención plena: la práctica marca la diferencia, y todos los cambios que produce en nuestro cuerpo-mente pueden ser monitorizados y medidos gracias a las más recientes imágenes por resonancia magnética funcional y las tecnologías de biofeedback (biorretroalimentación).
3. Te falta consistencia y compromiso con tu propio bienestar
Practicar un día y saltarse otro (o varios) no genera los cambios necesarios para posibilitar la transformación mente-cuerpo. Y esto es muy fácil de entender si ponemos un ejemplo más gráfico. Imagina el cuerpo de un culturista. Nuestra mente es tan formidable que seguramente ya te ha presentado frente a tu ojo interior una imagen bastante aproximada. Ahora imagina que te digo que ese tipo hipermusculado logró ese cuerpo con solamente 10 días de práctica en toda su vida. Seguramente te reirías de mí y pensarías que estoy un poco loco. Y lo estaría si dijera tal barbaridad. Pues lo mismo aplica a nuestra práctica de atención plena: si no la realizamos con dedicación y a diario, nada sucederá. No hace falta que vayas a un ashram de la India para lograr esto: se trata simplemente de practicar de forma continuada, día a día, paso a paso, con paciencia y constancia. Hazlo estés donde estés y sea cual sea tu ritmo y estilo de vida. Sin práctica no hay cambios.
Importante: leer este artículo te proveerá de información motivadora e inspiradora, pero no generará ningún cambio en la estructura y funciones de tu cerebro y conexiones neuronales, tu sistema nervioso, tu constelación hormonal, tu expresión genética y tu comportamiento celular. La práctica diaria es lo único que logrará activar los mecanismos naturales de transformación mente-cuerpo.
4. No te das la importancia (ni el amor) que realmente mereces
Esto suena duro, pero tengo otro ejemplo para ilustrarlo. Imagina esta situación: te encuentras en el día más horriblemente ajetreado de tu vida. No tienes tiempo ni para ir al baño. Seguro que ya sabes de qué tipo de días hablo. Pongamos que el día parece, por fin, estar terminando y te encuentras en tu cama listo/a para cerrar los ojos y olvidar el terrible día que has tenido, cuando en ese momento recibes una llamada de la persona que más amas en el mundo. Te explica que algo ha sucedido y está destrozado/a, y solo quiere poder hablar contigo unos minutos. Necesita sentirse escuchado, eso es todo. ¿Le escucharías? Por supuesto. Amas a esa persona más que a nadie en el mundo. Entonces, ¿por qué no estás dispuesto a hacer lo mismo por ti? ¿Por qué no te tomas unos minutos para amarte, escucharte y sentirte por muy terrible y estresante que haya sido tu día?
5. Estás tratando de hacerlo solo/a
Contar con la guía de personas que nos puedan apoyar en nuestro proceso es sumamente importante. A veces basta con una conversación que renueve nuestra motivación para comprometernos con la práctica diaria, mientras que otras veces sentiremos que nos será más útil aprender las claves de la creación de este nuevo hábito introspectivo siguiendo el ejemplo de personas que cuentan con cientos (o miles) de horas de experiencia. Puede que te ayude asistir a conferencias, cursos y talleres, retiros intensivos…
Yo, personalmente, no pude hacerlo solo. Conocía la base teórica y la fascinante neurociencia detrás de la atención plena, había leído multitud de sorprendentes estudios científicos y conocía perfectamente cómo la psicología clínica está integrando la atención plena en las terapias cognitivas tradicionales, pero me era imposible practicar. Necesité de un guía con años de experiencia, y gracias a su seguimiento personalizado establecí este nuevo hábito que transformó mi vida. Solo así pude hacerlo. Y es algo que le agradeceré eternamente.
Si tú también estás teniendo dificultades a la hora de hacerlo solo, nuestro Curso Online de Atención Plena es ideal para ti. Puedes hacer click en este enlace para conocer más.