En la práctica centrada en soluciones, es importante la distinción entre conversaciones libres del problema y las conversaciones enfocadas en el problema, orientadas al análisis y a conocer la causa del problema.
Las conversaciones libres del problema, por el contrario, son conversaciones que tienen tres propósitos muy importantes, que nos permitirán construir una atmósfera de cambio donde es importante reconocer lo que se convertirá en soporte útil para construir soluciones y nuevas posibilidades para el futuro:
1. Conocer a la persona al margen del problema
Interesarnos por aspectos de la vida de la persona que se encuentran marginados e invisibilizados por el problema y no han sido atendidos. Esto nos ofrece una manera de resistir a las preguntas que durante mucho tiempo han sido fundamentales al inicio de cada sesión: “¿Cuál es el problema que te trae por aquí?” o “¿En qué te puedo ayudar?”, y empezar más bien interesándonos en conocer a la persona antes que el problema. A Steve de Shazer le encantaba hacer una pregunta muy sencilla al iniciar una conversación: “¿Cómo pasas el día?”
2. Conocer quién es la persona con la que vamos a compartir el proceso terapéutico
Si, es algo tan simple, pero hace falta repetirlo cuantas veces sea necesario. Así es cómo se generan las relaciones, ¿no crees?
3. Empezar el proceso con la oportunidad de hallar y reconocer los recursos de las personas
Las personas vienen a consulta generando su propio progreso y sus formas de afrontamiento valorando su propio conocimiento. Lo hallamos, por ejemplo, cuando compartimos la pregunta de cambio pre-tratamiento o descubrimos alguna excepción, que nos permite descubrir recursos y habilidades para superar esos momentos donde la influencia de la persona ha sido mayor que la del problema al tomar una decisión que ha conducido su vida.
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Imagen: StockMonkeys.com (Flickr)