Cuando un niño hace un berrinche, decide golpear a un compañero en la escuela, o no cumple con sus responsabilidades, los estilos de crianza que implementen sus madres y padres jugarán un papel fundamental. ¿Por qué? El hecho de que una persona desarrolle o no un trastorno de la personalidad durante el transcurso de su vida está determinado por muchos factores, incluida la genética y la biología. El entorno familiar y la crianza de los hijos pueden aumentar o disminuir la probabilidad de que un niño desarrolle síntomas de trastorno de personalidad más adelante en la vida.
El Dr. Daniel S. Lobel, psicólogo clínico, llama la atención sobre tres errores de crianza comunes que aumentan la probabilidad de que un niño desarrolle síntomas de un trastorno de la personalidad. Todos estos errores provienen de padres que intentan erróneamente ayudar a sus hijos.
No responsabilizar a un niño por sus elecciones y comportamientos
Es habitual que, guiados por la empatía, muchos padres eximan de responsabilidad a sus hijos por los errores que han cometido. A modo de ejemplo podemos pensar la siguiente situación: una niña les pide un celular nuevo a sus padres y ellos le responden que no necesita un teléfono nuevo porque el que tiene funciona bien. La niña deja caer el teléfono en el inodoro y este se rompe. Luego, sus padres le dan un nuevo celular.
En las escuelas suele pasar que hay estudiantes que presentan un mal rendimiento y culpan a sus docentes. El siguiente diálogo es un ejemplo:
- Papá: Lucas, escuché en la escuela que estás reprobando matemáticas. ¿Qué está pasando?
- Lucas: La maestra es mala y me odia.
- Papá: ¿Qué hiciste para que se enojara contigo?
- Lucas: Odia a todos los chicos y le gustan más las chicas.
- Papá: Deberías hablar con ella sobre tus dificultades con las matemáticas.
- Lucas: Ella me odia. Simplemente me dejará hablando.
- Papá: Ok. Hablaré con el director y le diré que te cambie a una clase diferente.
Después de hablar con el director, papá se enteró que Lucas no había hecho ninguna tarea durante el trimestre y estaba reprobando por esa razón. Si papá intenta que el director cambie la clase de matemáticas de Lucas de todos modos, está eligiendo proteger a su hijo en lugar de responsabilizarlo por no hacer su tarea, obtener una calificación reprobatoria y culpar a la maestra. Este patrón de culpar a los demás en lugar de asumir la responsabilidad es una característica de los trastornos de personalidad límite y narcisista, y papá le estaría enseñando a Lucas esta forma de afrontar la situación.
Un enfoque más saludable para papá sería responsabilizar a Lucas por sus elecciones y comportamientos; en este caso, su decisión de no hacer sus deberes. El diálogo puede sonar así:
- Lucas: Entonces, papá, ¿cambiaste mi clase de matemáticas?
- Papá: Lucas, ¿por qué no me dijiste que no estás entregando las tareas antes de que me reuniera con tu director?
- Lucas: ¿Ahora me estás culpando?
- Papá: Solo intento entender por qué elegiste no hacer tu tarea.
- Lucas: Te dije que la maestra me odia.
- Papá: ¿Por qué es esa una razón para no hacer tu trabajo?
- Lucas: ¿Cambiaste de clase?
- Papá: No. Tú y yo nos reuniremos con tu maestra y el director para determinar los mejores pasos a seguir.
Lucas no disfrutará sentarse con su padre, su maestra y su director, pero aprenderá a asumir la responsabilidad de sus decisiones y comportamientos y a encontrar una solución constructiva. Tendrá la oportunidad de hacer esto en un ambiente de apoyo (escuela) con su padre a su lado. La lección le servirá para siempre.
Fomentar la evitación
Algunos padres enseñan a sus hijos a evitar mientras tratan de protegerlos de situaciones dolorosas o incómodas. Esto a menudo toma la forma de hacer adaptaciones especiales para evitarle molestias a su hijo.
Un caso común se da cuando los hijos le dicen a los padres que no se sienten cómodos viajando en autobús a la escuela. Quizás no les gusta el conductor, los otros niños, o el mismo autobús. Ceder a lo expresado por el niño y llevarlo uno mismo a la escuela para que no tenga que ir en autobús le transmite que no no es capaz de tolerar situaciones incómodas que sus compañeros pueden tolerar. Los niños llegan a verse a sí mismos como rígidos e incapaces de funcionar en circunstancias que son diferentes de lo que quieren o de lo que están acostumbrados. Las personas con rasgos obsesivo-compulsivos presentan esta rigidez.
Un enfoque más saludable es alentar al niño a modificar la situación o alterar la perspectiva para reducir la incomodidad. Un ejemplo de modificación de la situación sería que el niño tomara un asiento diferente o un autobús más temprano. Si esto no es posible, entonces el niño puede alterar su perspectiva al ver el viaje en autobús como una oportunidad para ponerse al día con la tarea o dormir en lugar de sentir la necesidad de participar socialmente.
Reforzar la victimización del niño
Con el propósito de dar apoyo muchas veces los padres sobrevalidan el dolor del niño cada vez que se lastima. En un esfuerzo por ser comprensivos y empáticos, pueden estar reforzando la sensación de que el pequeño es una víctima.
Puede suceder, por ejemplo, que los padres intenten disminuir la experiencia de fracaso o decepción de su hijo. Después de las pruebas para entrar al equipo de fútbol, María quedó afuera; su madre le dijo que eso sucedió porque los entrenadores prefieren a las otras niñas, y que no saben lo buena que es María en el deporte.
Esto anima a María a sentir que está siendo intimidada o discriminada en lugar de aceptar la probabilidad de que las otras chicas se desempeñaron mejor que ella durante las pruebas.
Reforzar la sensación de que el niño es una víctima aumentará su sentimiento de impotencia y de estar dañado. Estos sentimientos pueden ser perjudiciales para el desarrollo de su autoestima mientras les enseñan a temer todo y a todos. Este es el patrón de pensamiento/sentimiento que se observa a menudo en personas con rasgos de trastornos paranoicos y límite de la personalidad.
Todos los errores de crianza que se comentan en esta publicación son comúnmente cometidos por padres que aman a sus hijos y actúan en lo que creen que es el mejor interés del niño. Sin embargo, los niños aprenden lo que viven, por eso es importante preguntarnos ¿qué le estamos enseñando a nuestros hijos?
Fuente: Psychology Today