Esta última mitad del año he realizado algunas visitas a escuelas. En todos los casos, la invitación vino de parte de las psicólogas de la escuela, interesadas con los docentes en generar algunas oportunidades para apoyar la conducta de los estudiantes. Han sido visitas interesantes, desde aulas de primaria hasta aulas de secundaria, con edades entre los 6 y 15 años. En algunas visitas me han permitido incluso implementar el Programa WOWW, del que hablaré muy pronto, compartiendo la experiencia con algunos detalles interesantes.
Aproximarnos a la escuela es una experiencia interesante para quienes trabajamos con niños y adolescentes que tienen particularmente algunos problemas en la institución. Si bien los docentes están de acuerdo con la visita, pueden sentir nuestra presencia en el aula o en la sala de reuniones como una amenaza, como una oportunidad para dar cuenta de lo que están haciendo mal y deben de mejorar, cosa que está muy lejos de lo que nosotros perseguimos cuando trabajamos desde el modelo centrado en soluciones.
Quiero compartir hoy 3 consideraciones importantes para abordar el trabajo en la escuela con los docentes.
1. Estamos del lado del docente porque pensamos que están deseando asistir de la mejor manera a sus estudiantes. Atendemos sus recursos, no lo que hacen mal
Que los docentes tengan alguna dificultad para relacionarse con uno o varios estudiantes, y poder mantener el control de una clase como lo vienen deseando, no significa que carezcan de interés. Sucede que cuando los estudiantes son vistos como “un problema” y se individualiza la circunstancia, los estudiantes pueden ofrecer una respuesta rebelde y los docentes empiezan a sentir que no pueden hacer nada para aliviar la situación, que todo depende de la capacidad del estudiante de darse cuenta que las cosas andan mal y que esa reflexión lleve inexorablemente hacia el cambio; cambio que precisamente dependerá de la habilidad del terapeuta o profesional consultor, encargado del estudiante en ese momento.
Cuando los docentes tienen la oportunidad de evaluar su trabajo desde una conversación que facilite la emergencia de todas las competencias que vienen usando en el desarrollo de clases, y que permiten una dinámica más deseada y un mejor comportamiento de ese estudiante identificado como “problemático”, empiezan a tener una chance para probar que pueden hacer las cosas de una manera diferente. Honrar las visiones del mundo escolar que tienen los profesores favorece la colaboración. La resistencia es menor cuando todos marchamos en una misma dirección. Los docentes pueden sentir que están contribuyendo con la solución, que son los expertos y los mejores para esta tarea.
Alinearnos con los docentes es muy importante. Si el docente percibe nuestra presencia como una amenaza o como la oportunidad de tomar nota de todo lo que no hace bien, podemos generar más dificultades de las que encontramos.
2. El cambio puede resultar atractivo para el docente
”¿Cómo imagina usted la relación que sostiene con Daniel, cuando estas conversaciones hayan resultado finalmente útiles para ustedes?” ” ¿Qué está pensando en este momento que sucedería entre ustedes que no está sucediendo ahora?” ” ¿Cómo cree que se relacionarían cuando este problema haya terminado?” “¿Qué estaría usted haciendo con él, que no están haciendo ahora?”
Preguntas como estas pueden motivar a los profesores y disminuir la posibilidad de que piensen que son los estudiantes los que tienen que cambiar, individualmente (muchas veces con expulsiones que alejan unos días al estudiante de la escuela con el fin de que recapacite. O consecutivas expulsiones del salón y envíos al patio para reflexionar sobre lo malo que se ha hecho).
Otras preguntas que pueden resultar útiles: “¿Qué se imagina que Daniel pueda estar esperando de usted si consideramos los momentos en que las cosas están mucho mejor en el aula?” “¿Qué irá mejor cuando vuestras relaciones marchen mucho mejor que ahora, en respuestas de estas formas de relacionarse que me acaba de contar usted?” ”¿Qué está haciendo usted que resulte útil para Daniel en este momento?”
3. El docente es un profesional realmente competente
Los docentes que tienen ya tiempo ejerciendo la docencia, lo hacen porque han tenido algún éxito en el desarrollo de su carrera. El docente que ha mantenido a toda una clase atenta unos momentos, y ha sido capaz de pasar el día completo con el estudiante en el aula, sin tener que sacarlo fuera del aula y enviarlo a la dirección con alguna queja, posee las habilidades y competencias necesarias para construir un futuro más deseado. Enfocando nuestra conversación en estos momentos excepcionales y maravillosos, podemos generar sentimientos favorables y construir reforzando las habilidades y experiencias para hacer más de lo que funciona por más horas y días. Que una docente mantenga la atención de un “estudiante inquieto y problemático” durante 25 minutos, descubre una serie de acciones que hacen posible una mejor relación. Que la docente se dirija al estudiante por su nombre, que se acerque y le haga una pregunta, que estimule una buena participación con una palmadita en el hombro y elogie una respuesta, son acciones que generan nuevas conductas, relaciones y posibilidades. Son acciones concretas y situaciones que surgen de la creatividad del docente y fundamentalmente de su participación en la construcción de estas realidades paralelas y alternativas a la realidad problemática. Son acciones que el docente ejecuta de primera mano.
Si colaboramos para que el docente pueda descubrir estas acciones y su participación, podemos descubrir todas sus competencias y alentar la voluntad de participación en el proceso, desde su propia experticia, reduciendo los sentimientos de inadecuación e incompetencia que muchas veces acompañan estos procesos. Es el docente el experto, y no los consultores.
Lo que acabo de ver es asombroso, ¡25 minutos de atención y participación plena en la clase! ¿Cómo ha logrado generar esta situación ¿Cómo ha logrado mantener la atención del estudiante que generalmente hace desorden y no se involucra? ¿Qué ha sido clave para lograr esto?”
John Walter, en su maravilloso libro Becoming Solution-Focused in Brief Therapy, sostiene: “Si el estudiante señala que nada ha cambiado y nada es diferente, ¡no lo creas!” Lo mismo puede aplicarse a la percepción de los docentes.
Recuerda: el docente es el experto, tú eres sólo un consultor y tu trabajo es motivar a que eso que está haciendo el docente y funciona, se incremente unos segundos, unos minutos, unas horas, unos días, unas semanas y algunos meses.
Artículo previamente publicado en El Terapeuta Estúpido, un blog especializado sobre Terapia Centrada en Soluciones y Editado por el reconocido terapeuta Jorge Ayala Salinas.