Los niños que crecen en la pobreza enfrentan muchos desafíos, suelen afrontar situaciones muy difíciles y esto, sumado al hecho de que muchas veces no reciben la ayuda que necesitan, puede repercutir en otras áreas de sus vidas. Sin duda la experiencia escolar sería una de ellas, pero en un nuevo estudio se investigó la utilidad de un programa de preescolar, que apunta a mejorar las habilidades sociales y emocionales, para incrementar su concentración y mejorar el aprendizaje en clase.
Los científicos observaron dos grupos de niños desde preescolar hasta tercer grado. Uno de los grupos participó en el programa Head Start REDI (basado en investigaciones e informado sobre el desarrollo) y el otro grupo no fue parte de dicho programa. Cada año, los investigadores medían las funciones ejecutivas (habilidades para concentrarse, controlar impulsos, recordar detalles y otras habilidades necesarias en el salón de clases) de los niños.
Karen Bierman, profesora de psicología en Penn State Evan Pugh, explicó que muchos niños parecieron beneficiarse con el programa REDI y que fueron los niños que empezaron con los puntajes más bajos en funciones ejecutivas, los que se beneficiaron más.
Los investigadores pudieron observar una pequeña mejora en las habilidades relacionadas con las funciones ejecutivas al finalizar el programa en el preescolar, pero fue el grupo antes mencionado el que mostró mayores mejoras. Y ellos creen que esto se debe a las habilidades emocionales y sociales que se refuerzan en REDI, las cuales los ayudan a su vez a comprometerse con las actividades del salón y alcanzar también un beneficio cognitivo.
Las funciones ejecutivas son claves para todos los estudiantes, sin embargo los niños que crecen en situación de pobreza no suelen tenerlas muy desarrolladas. Esto influye en su regulación conductual y concentración en el salón de clases. Es difícil para ellos aprender estas habilidades.
El programa REDI fue desarrollado en Penn State como forma de mejorar el programa existente llamado Head Start, que provee educación preescolar a niños de bajos ingresos. El REDI tiene el objetivo de mejorar habilidades sociales y emocionales y habilidades de alfabetización y escucha, incorporando historias, títeres y otras actividades que les enseñan a los alumnos conceptos como entender sentimientos, cooperación, amistad y autocontrol.
Para el estudio se reclutó a 356 niños, de los cuales 192 participaron en el programa REDI y 164 realizaron un programa tradicional del currículo de Head Start.
Los niños comenzaron el programa estando en preescolar, al ir subiendo de grado y hasta llegar a tercero, los investigadores los chequeaban cada año y medían sus funciones ejecutivas y desempeño académico. No solo se realizaron comparaciones con el grupo control, sino que también se comparó el avance de los niños que habían comenzado con puntajes bajos, medios y altos de funciones ejecutivas.
Luego de analizar todos estos resultados, encontraron que los niños con puntajes bajos en funciones ejecutivas mostraron un aumento más importante en las funciones ejecutivas que el grupo control. También observaron que la lectura, el lenguaje, arte y matemáticas eran más fluidos en el grupo que había puntuado más bajo en funciones ejecutivas, comparados con el grupo control.
Los autores ven que las intervenciones enriquecidas que ofrece el programa REDI tienen beneficios a largo plazo, especialmente en niños con mayor riesgo de tener dificultades académicas. Los beneficios más grandes fueron observados en el área social y de adaptación conductual al avanzar a la primaria. Los niños con puntajes más bajos también mejoraron sus habilidades académicas.
Bierman cree que mejorar las habilidades ejecutivas de los niños que más lo necesitan les dio a su vez habilidades para participar y concentrarse en clases.
Los científicos quieren darles seguimiento a los niños mientras van creciendo y llegando a la secundaria para medir los efectos del programa REDI en un plazo mayor de tiempo.
El año pasado escribimos un artículo sobre los efectos de la pobreza en el desarrollo cerebral que había encontrado una investigación. En la misma se decía que los niños que crecen en situación de pobreza están más expuestos a factores de riesgo como violencia, estrés, nutrición deficiente, poca interacción con estímulos cognitivos y exposición al humo del cigarrillo. Esto aumenta el riesgo de sufrir trastornos mentales. Pero el estudio concluye que las intervenciones que apunten al desarrollo emocional y cerebral en esta población de niños pueden prevenir dichos efectos.
Las intervenciones que provee el programa REDI son parte de los esfuerzos por mejorar la calidad de vida de estos niños.
Fuente: Science Daily
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