De acuerdo con el Centro de Prevención y Control de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC), la obesidad infantil se ha triplicado desde la década de 1970 afectando, hoy, a uno de cada cinco niños en edad escolar (entre los 6 y 19 años).
La obesidad es un problema de salud grave que no sólo impacta en el funcionamiento orgánico de los niños sino que también puede repercutir en su autoestima y el modo en que se relacionan con los demás. De hecho, este artículo de la organización Obesity Action Coalition ratifica que la obesidad es uno de los mayores factores de riesgo del acoso escolar y que los niños con sobrepeso son más vulnerables.
El tema central, a todo esto, ha sido por mucho tiempo si la obesidad infantil puede considerarse un trastorno psicológico, lo cual abriría las puertas a un tratamiento más especializado. Un grupo de investigadores del Instituto de Desarrollo Mental del Hospital Infantil de Los Ángeles realizó un estudio para dar respuesta a la pregunta.
“Esta investigación establece que el riesgo de sufrir obesidad no está exclusivamente en las ansias por consumir alimentos altos en calorías, sino también en la habilidad para controlar estas ansias”
El estudio, publicado en Neuroimage, describe un acercamiento por medio de resonancia magnética para definir el comportamiento del cerebro de 36 adolescentes (entre los 14 y 19 años) mientras repasaban conceptos que describían alimentos altos en calorías, alimentos bajos en calorías y objetos no alimenticios.
Diez de los sujetos de estudio eran obesos o tenían sobrepeso, 16 fueron catalogados en riesgo de sobrepeso debido a la obesidad o sobrepeso de sus madres y 10 mostraban un riesgo muy bajo relacionado con el riesgo bajo de sus madres.
Los adolescentes clasificaron su gradoa de apetito en respuesta al estímulo de cada concepto, tras lo cual se les ofreció un buffet que incluía alimentos con altas calorías y alimentos con bajas calorías, para así relacionar las respuestas de la prueba con las respuestas en el mundo real.
Lo que observaron los investigadores fue que los circuitos del cerebro que respaldan la recompensa y la emoción se vieron estimulados en todos los participantes, pero en los adolescentes que eran obesos o tenían un riesgo alto de obesidad, se activaron en menor intensidad los circuitos de atención y auto-regulación.
Justamente, estos circuitos fueron los que mostraron la mayor activación en los sujetos con un riesgo bajo de obesidad y sobrepeso, un hallazgo que podría sugerir que las intervenciones diseñadas para estimular el sistema de auto-regulación en los adolescentes con obesidad o alto riesgo de ella podría ser un tratamiento y modelo preventivo muy eficaz.
En cuanto a la pregunta de si la obesidad infantil puede o no ser considerada un trastorno psicológico, Bradley Peterson, director del Instituto de Desarrollo Mental del Hospital Infantil de Los Ángeles y parte del equipo de investigadores, considera que los resultados de este estudio dejan muy claro que la habilidad para controlar las ansias de consumir alimentos altos en calorías es realmente la clave para la prevención de la obesidad, y esto supone un comportamiento aprendido.
Fuente: Science Daily, Neuroimage
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