En entregas anteriores estuvimos hablando de algunos efectos y particularidades interesantes del condicionamiento operante, como por ejemplo la forma en que nos mantiene enganchados a los videojuegos, o el papel que puede jugar el programa de refuerzo en los efectos de un calmante. Sigamos un poco más, si la paciencia les alcanza.
Esta vez, para cambiar de tema, ya que estamos en época de mundial, y para que no nos acusen de ser ajenos a las expresiones populares encerrándonos en nuestra torre de marfil, hablemos de palomas.
El mundial y las palomas
No, no hablaremos de la suelta simbólica de palomas que se lleva a cabo en algunas ceremonias de apertura, ni de cómo entrenar a una paloma para que picotee al centro-forward del equipo de fútbol adversario en los ojos (eso vendrá en artículos posteriores). Hablemos de las palomas y de usted, el hincha de fútbol. Usted. Que se pone la misma remera de Argentina que usara en el mundial del 86 y que no ha lavado desde entonces, “por cábala”. Usted. Que cuando su equipo mete un gol mientras usted está, digamos, cortando cebollas, continúa haciendo lo mismo durante toda la duración del partido –o al menos mientras le quedan cebollas.
¿No es hincha de fútbol? Piense entonces en lo que hace al entregarse a algún juego de azar: cuando sopla los dados antes de arrojarlos a la mesa, o cuando chasquea los dedos antes de buscar una nueva carta en el chinchón. ¿Tampoco juega juegos de azar? Me está complicando la demostración. Bien, entonces, recuerde la bufanda que usa cada vez que tiene un examen (y que al igual que la remera del hincha, tampoco ha lavado desde el 86), o la camisa a cuadros con que conquistó a su primer amor y que ahora usa cada vez que quiere seducir (no trate de disimular, sabemos de buena fuente que tampoco ha lavado la camisa).
Todas esas conductas tienen algo en común: son conductas supersticiosas. En todos los ejemplos dados, la persona actúa como si entre la conducta y el resultado hubiera alguna especie de vínculo causal. Como si soplar los dados, usar una determinada prenda o realizar una determinada acción generara un efecto.
Piense entonces en lo que hace al entregarse a algún juego de azar
Uno podría creer que pocas cosas son más humanas que la superstición en este sentido, ¿verdad? Nada más alejado de la realidad, estimados lectores. Consideren el siguiente fragmento:
Un ave (…) giraba en sentido contrario a las agujas del reloj en la caja (…)Otra empujaba repetidamente su cabeza contra uno de los rincones superiores de la caja. Una tercera desarrolló una respuesta de “arrojar”, como si estuviera poniendo su cabeza bajo una barra invisible y levantándola repetidamente. Dos aves desarrollaron un movimiento pendular de la cabeza y el cuerpo, en el cual la cabeza se extendía hacia adelante y oscilaba de derecha a izquierda. Otra (…) realizaba movimientos incompletos de picoteo o de limpieza dirigidos hacia el piso, pero sin tocarlo”
“Superstition” in the Pigeon. Skinner, (1948)
El fragmento es de un artículo de Skinner en el cual describe un experimento que realizó. Imaginen un buen número de palomas, cada una actuando de la manera mencionada. Un servidor pondría pies en polvorosa, huyendo del laboratorio al grito de “las palomas están poseídas y nos van a matar a todos”. Por suerte, Skinner tenía mejor presencia de ánimo, pero, sobre todo, sabía qué era lo que había pasado.
Las palomas en cuestión habían sido puestas durante unos minutos cada día en unas cajas experimentales en las que recibían alimento de manera automática a intervalos fijos (cada 5 segundos), sin relación alguna con lo que hicieran. Lo que sucedió es que al recibir alimento (un reforzador en este caso, si recuerdan los artículos previos), cada paloma se hallaba haciendo otra cosa, moviéndose dentro de la jaula, realizando alguna acción. El alimento entonces reforzó esa conducta de manera completamente accidental. Quizá la paloma estaba estirando el cuello cuando recibió el alimento. La paloma entonces volvió a repetir lo que estaba haciendo, y nuevamente recibió alimento (recuerden, recibía alimento cada 5 segundos sin importar qué hiciera). Y en poco tiempo, voilà, tenemos una superstición.
La superstición hace surgir un problema interesante para la clínica
El mismo proceso podemos presumir en todos los ejemplos anteriores: la prenda de vestir que “trae suerte”, las conductas “cabuleras”, los diversos talismanes, todo ello puede explicarse en base a los mismos principios. Cuando usamos un talismán porque consideramos que nos ha traído suerte, o porque creemos que de alguna manera va a influenciar el resultado del partido de fútbol, estamos respondiendo a los mismos procesos que las palomas en los ejemplos anteriores.
Esto va en la misma línea de lo que veníamos diciendo en los artículos previos: procesos de condicionamiento aparentemente simples pueden producir conductas extraordinariamente complejas o “irracionales”. Es cuestión de conocer la historia de aprendizaje y el contexto actual(para un ejemplo divertido de cómo fastidiar gente con esto, vean este artículo de Ayllon y colaboradores)
Superstición y clínica psicológica
El condicionamiento que lleva a la superstición hace surgir un problema interesante para la clínica.
Todos estamos sujetos a este tipo de contingencias. Un terapeuta por ejemplo, puede observar que luego de una determinada intervención, el paciente mejora (lo que podríamos considerar un refuerzo), y entonces sigue utilizando esa intervención. El problema es que si no se considera el contexto del paciente, podríamos estar repitiendo la conducta del hincha que usa la misma remera desde el 86: “la uso porque funciona”, cuando en realidad podría no haber ningún vínculo causal: podría haber sido un cambio en la las condiciones de vida del paciente, podría ser otro factor de la conducta del terapeuta el que ayudó a generar una mejoría, podría haber sido un efecto del paso del tiempo y el retorno a la media, o cualquier otro factor completamente separado de la intervención.
Como además tenemos una formidable tendencia a buscar confirmación para las propias ideas , y a forzar todo tipo de explicaciones para una conducta (vean los casos de pacientes a los que se le han cortado el cuerpo calloso ), es una buena idea ser extremadamente cauto con las hipótesis, tomar los reportes de caso con un grano de sal, y ser un poco escépticos en general, incluso de los propios logros, ya que bien podríamos estar cayendo en este tipo de condicionamiento.
Disfruten del mundial. Y por favor, laven esa condenada remera de una vez.