Después de muchos debates y análisis, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce el trastorno por videojuegos y lo añadirá en la próxima edición de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11), el cual estará listo en el 2018.
El trastorno por videojuegos no se había incluido en las versiones anteriores del CIE ni en el DSM-5 — el manual de la Asociación Americana de Psiquiatría— a causa de la falta de consenso científico e insuficiente evidencia para considerarlo como un trastorno mental. Otros especialistas argumentaron que no está claro si los problemas relacionados con los videojuegos se deben clasificar como un nuevo trastorno o si son conductas problemáticas relacionadas a otras condiciones mentales.
La noticia se dió a conocer en el día de ayer a través del blog científico New Scientisty según explica, la OMS todavía no ha cerrado la definición diagnóstica pero se puede entender como un patrón de comportamiento de juego “continuo o recurrente” caracterizado por:
- Incapacidad de controlar el inicio, frecuencia, intensidad, duración y finalización de la conducta de juego
- Aumento de la prioridad que se otorga a los videojuegos frente a otros intereses vitales y actividades diarias.
- Mantenimiento e incremento de la conducta a pesar de las consecuencias negativas que puede generar.
El responsable del Departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancias en la OMS, Vladimir Poznyak, explicó a New Scientist que los profesionales de la salud deben reconocer que los trastornos del juego pueden tener graves consecuencias para la salud.
Esto no quiere decir que todas las personas que juegan videojuegos desarrollarán un trastorno de videojuegos. Debemos reconocer que el uso excesivo puede generar daños a la salud, pero al mismo tiempo debemos ser cautos en el diagnóstico porque este nuevo trastorno podría fomentar el pánico moral y los falsos positivos, especialmente una actividad tan común en el mundo entero, especialmente en niños y adolescentes que dedican horas a jugar videojuegos, pero que no necesariamente cumplen con los criterios diagnósticos.
Nuevamente cabe resaltar que la nueva versión del CIE no ha sido publicada y que todavía falta que se precise su definición clínica y diagnóstica, por lo tanto ni los psicólogos, ni los psiquiatras pueden diagnosticar este trastorno.
Fuente: El País