En 1963 el japonés Dr. Yoshiro Hatano publicó un artículo en que describía que el sistema de salud japonés se enfrentaba a un creciente problema de obesidad. También detectó que las personas con sobrepeso solían caminar un promedio de 3.500 a 5.000 pasos diarios.
En 1964 se celebraron los Juegos Olímpicos en Tokio y con ellos la actividad física (AF) y el deporte cobró más importancia para la población. Hatano vio la oportunidad y lanzó al mercado un podómetro llamado Manpo-kei, que en japonés significa literalmente “medidor de 10.000 pasos”. La anécdota también cuenta que la meta de 10.000 pasos era simplemente porque permitía crear un nombre que en japonés sonaba bien para el marketing del producto. 10.000 pasos equivalen a 8 km.
La caminata como prescripción: podómetros en marca
Actualmente, caminar es uno de los ejercicios más indicados por los profesionales de la salud para pacientes con sobrepeso, diabetes, hipertensión y depresión. Caminar es gratis y no se necesita un equipo especial o una suscripción a un gimnasio.
Las investigaciones indican que las recomendaciones de AF basadas en pasos suelen ser bien recibidas por las personas que no practican ningún ejercicio y se relacionó que quienes median sus pasos diarios, estaban confiados de que el podómetro funcionaría como una buena herramienta, ya que conocían la efectividad de su uso.
Los podómetros (uno de los más conocidos es el Fitbit) son dispositivos electrónicos que proporcionan una cuantificación del nivel de AF a través de la medición objetiva del número de pasos.
Son cómodos, de bajo costo y fáciles de manejar: pueden usarse en la cintura o en la muñeca y actualmente los smartphones lo incluyen o están disponibles como una app. Algunos proporcionan retroalimentación de la estimación de la distancia recorrida o las calorías perdidas.
Pueden ser menos precisos para correr o caminar cuesta arriba, debido a los cambios en el paso, pero en el transcurso de un día da una buena idea de qué tan activo físicamente se es.
Se han desarrollado diferentes dispositivos de diversas marcas y modelos y sus características varían considerablemente, existiendo importantes diferencias en cuanto a las funciones que poseen, su mecanismo interno y la fiabilidad de su medición.
Podómetros, más que una estrategia de marketing
Los podómetros han sido utilizados frecuentemente para mejorar los procesos de cambio en relación a la adherencia a la AF a largo plazo en intervenciones basadas en la Teoría del Aprendizaje Social de Albert Bandura. El establecimiento de metas y la retroalimentación inmediata que generan los resultados sobre el logro de las mismas, tienen relación con la percepción de autoeficacia y el uso del podómetro puede incrementar la AF entorno a 2.000 pasos al día en adultos, y entre 2.071 – 4.141 pasos diarios en jóvenes.
Basados en la Entrevista Motivacional diversos estudios examinaron la eficacia de una intervención con podómetros en Atención Primaria y observaron que estos dispositivos eran más efectivos cuando las personas estaban preparados para cambiar. Así pues, los profesionales de la salud deberían proporcionar información de los beneficios de la AF a personas inactivas para aumentar sus intenciones de cambio.
El podómetro podría ser una herramienta útil para ponerla en práctica en los centros escolares, pues es un instrumento económico y eficaz para fomentar la AF en niños y adolescentes con sobrepeso y para diseñar programas con un número de pasos recomendados al día.
Conclusión
En la actualidad, la inactividad física es el cuarto factor de riesgo de muerte más importante en todo el mundo, solo por detrás de la hipertensión arterial y el tabaquismo y al mismo nivel que la diabetes. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es la causa del 6% de los fallecimientos del planeta: 3,2 millones de personas mueren cada año por adoptar un nivel insuficiente de actividad física.
Por la relevancia que la AF regular tiene en la prevención de las enfermedades, la investigación se está centrando en la búsqueda de estrategias para su implementación. Para ello se han utilizado distintas alternativas, desde acercamientos de tipo psicoeducativo (p. ej., promoción de la salud), cognitivas y comportamentales (p. ej., mindfulness, programación de actividades), o sociales y políticas (p. ej., leyes y ordenanzas). Muchas de estas intervenciones han logrado incrementar la AF en mayor o menor medida, especialmente a corto plazo.
La referencia puede ser llegar a 10.000 pasos diarios, superarlos o cambiar al trote o a carreras. No hay un tiempo, pasos o kilómetros exactos que se pueda aplicar a todas las personas y que asegure, por ejemplo, perder peso, ya que va a depender de las características de cada paciente.
El reto sigue siendo mantener los cambios orientados al logro de metas y sostener la actividad física para toda la vida.
Mientras tanto, la evidencia indica que incorporar el uso de la tecnología para el seguimiento del cambio resulta especialmente útil para aumentar la eficacia a largo plazo.
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