En 1944 el Dr. Walter Langer, un psicólogo de la Universidad de Harvard fue contactado por la Oficina de Estudios Estratégicos (la precursora de la actual CIA) y se le pidió que creara un perfil psicológico de Adolf Hitler. Langer procedió según los métodos de la época y se centró en estudiar los eventos de la infancia de Hitler. Aunque no era fácil encontrar testigos de este periodo de la vida del líder del III Reich, el equipo de Langer consiguió contactar con el ex-médico y dos antiguos colaboradores de Hitler que habían emigrado a los EEUU. La búsqueda de Langer es el tema del documental de David Steward “Dentro de la Mente de Adolf Hitler” (Inside the Mind of Adolf Hitler). Lo que sigue es un extracto del guión de esta película y nos da una idea de lo que los psicólogos de Hitler encontraron interesante y relevante:
“La obsesión por la limpieza de la madre de Hitler fue significativa para Langer. Indicaba que la fase de entrenamiento en los hábitos higiénicos de la infancia de Hitler podía haber ido mal…Por lo que sabemos acerca de la excesiva limpieza de su madre podemos asumir que utilizó medidas más bien rigurosas durante el entrenamiento del periodo de los hábitos de baño de los niños. Sabemos que esto origina una tensión residual en este área. Es vivido por el niño como una severa frustración que despierta sentimientos de hostilidad. Esto facilita una alianza con su agresión infantil que encuentra una avenida de expresión a través de actividades y fantasías anales. Estas se centran habitualmente alrededor del ensuciamiento, la humillación y la destrucción y forman la base de una personalidad sádica. Langer creyó que tenía un potencial encaje para el Complejo de Edipo de Freud y extremas dificultades con la fase de entrenamiento en hábitos higiénicos y sospechó que esto se veía más claramente en las actitudes de Hitler hacia el sexo”.
Habiendo identificado la causa de las predisposiciones sádicas de Hitler el equipo prosiguió su investigación por el camino elegido. Otro descubrimiento vino de la entrevista con Otto Strasser, un antiguo colaborador de Hitler que habló de la relación de éste con su sobrina, Geli Raubal.
“Ella dijo que Hitler la hacía desvestirse mientras él estaba tumbado en el suelo. Entonces ella se ponía en cuclillas sobre su cara mientras él la examinaba de cerca. Esto le excitaba. Cuando la excitación llegaba al máximo le pedía que orinara sobre él y esto le daba placer sexual. Deli dice que encontraba toda la ejecución muy asquerosa y que, aunque era sexualmente estimulante para Hitler a ella no le suponía ninguna gratificación.”
El Dr. Jerrold Post, un experto de clase mundial en realizar perfiles psicológicos de políticos que trabajó para la CIA en los años 70 y que fundó la primera unidad de perfiles psicológicos del mundo, comentaba lo siguiente:
“En el acto de ser sujeto, en su perversión, el ser humillado por una mujer, esto representaba un deseo claro de rendirse, capitular, ser visto como un hombre débil, contra lo cual estaba luchando psicológicamente de forma dura, y en este poder, el poder de la voluntad, esto era central para él…Este fue el potente, poderoso líder, pero por debajo estaba ese hombre que era desesperadamente débil y desesperadamente temeroso buscando sumisión y capitulación…Langer creyó que Hitler encontró una manera de tratar con las terribles consecuencias psicológicas de su perversión adoptando una ideología política que era prevalente y una poderosa parte de la cultura europea dominante: el antisemitismo”
La creencia en que el análisis de las experiencias de la infancia nos permiten entender las conductas de los adultos es uno de los mitos más arraigados y más peligrosos de la psicología
Los hallazgos del equipo de Langer encajaban tan bien en las hipótesis psicoanalíticas que nadie se preocupó de verificar la credibilidad de los testigos. Sus afirmaciones se aceptaron como ciertas y se realizó el perfil psicológico de Hitler. Gran número de predicciones de futuras acciones del Führer se basaron en este perfil. Las predicciones fueron acertadas en muchas ocasiones pero la cuestión es si era verdaderamente necesario conocer los problemas para usar el baño de Hitler para predecir lo neurótico que se volvería si la guerra le iba mal. ¿No habría sido más fácil predecir tales conductas analizando sus reacciones a los sucesos recientes? ¿Las sugerencias de Langer de que Hitler tendría cada vez más explosiones de ira eran predecibles por su conducta higiénica infantil o por sus reacciones a los sucesos del momento? Por ejemplo, la predicción del probable suicidio de Hitler en caso de derrota se basaba en el análisis de la infancia o en declaraciones bien explícitas que había hecho en otoño de 1939 en las que dijo que se suicidaría si perdía la guerra?
La historia del perfil psicológico de Hitler nos muestra que tenemos tendencia a creer que todo, incluso que los crímenes más atroces, se pueden explicar en términos de experiencias infantiles. Sería estupendo si esto fuera verdad, pero no lo es. Existen cientos o miles de niños con experiencias similares a las de Hitler o Stalin y no llegaron a ser los monstruos que ellos fueron. Y al revés, Hay muchas personas que no han experimentado una falta de amor en su infancia pero han cometido terribles crímenes. Aunque asesinos en serie como Charles Manson sufrieron abusos en la infancia, otros como Ted Bunty, Jeff Dahmer o Dennis Rader crecieron en hogares con familias que les apoyaron.
Según Tomasz Witkowski y Maciej Zatonski, la creencia en que el análisis de las experiencias de la infancia nos permiten entender las conductas de los adultos es uno de los mitos más arraigados y más peligrosos de la psicología. En su libro Mitos de la Infancia, Joel Paris, profesor de psiquiatría de la Universidad McGill de Canadá analiza esta creencia y plantea que el mito de la infancia son en realidad tres mitos:
- Mito 1:La personalidad es resultado de las experiencias infantiles tempranas.
- Mito 2: Los trastornos mentales son causados por las experiencias infantiles tempranas
- Mito 3: La psicoterapia efectiva depende de la reconstrucción de las experiencias infantiles
Vamos a ver la crítica que Witkowski y Zatonski hacen de estos tres mitos, ninguno de los cuales está apoyado por los datos aunque están fuertemente enraizados en las mentes de casi todas las personas, incluidos los psicólogos, aunque hay que decir que en éstos en menor grado. Estos autores realizaron una encuesta donde preguntaban por el grado de acuerdo con estos tres mitos que hemos descrito a dos grupos de personas, 34 eran psicólogos profesionales y 151 eran representantes de otras profesiones, la mayoría de ellos con educación superior. El porcentaje de personas que decían estar de acuerdo con estos mitos fue el siguiente:
Vamos a hacer ahora una pequeña crítica de cada uno de estos mitos. Aparte de los autores citados, otros autores que han criticado estos mitos sobre el determinismo infantil son Jerome Kagan en su libro “Tres Ideas Seductoras” (Three Seductive Ideas) y John Bruer en “El Mito de los 3 primeros años” (The Myth of the first three years).
Mito 1. La personalidad es resultado de las experiencias infantiles tempranas
Este mito se basa en otro mito que es el de la Tabla Rasa, al que Steven Pinker dedicó todo un libro en el año 2002 (The Blank Slate: The Modern Denial of Human Nature), a pesar de lo cual no ha conseguido que sus argumentos hayan calado en la cultura popular ni académica. El mito de que al nacer somos como una pizarra en blanco en la que se puede escribir cualquier cosa y que eso nos marcará para siempre sigue brillando en todo su esplendor.
Creer en este mito supone olvidarse por lo menos de dos cosas que tienen una gran importancia en el desarrollo de la personalidad: el periodo de desarrollo fetal y los genes. Nuestra vida no empieza cuando nacemos sino en el momento de la concepción y durante el desarrollo fetal hay cantidad de influencias ambientales, hormonales y de todo tipo que marcarán el desarrollo posterior de la persona. En cuanto a los genes hoy sabemos que todos los rasgos de personalidad tienen una influencia genética, que la heredabilidad media de la personalidad es de un 50% es un hallazgo altamente replicado. Los estudios de genética de conducta han demostrado que hermanos gemelos monocigóticos criados aparte son tan iguales como los criados juntos lo que indica que las experiencias infantiles tempranas no tiene un impacto en la personalidad de adultos. Y también se ha comprobado que hermanos adoptados, sin parentesco biológico, no se parecen en nada desde el punto de vista de la personalidad a pesar de haber sido criados juntos desde la infancia.
https://www.youtube.com/watch?v=L39sDqqGDSI
En el año 2000 Eric Turkheimer publicó las tres leyes de la genética de conducta que son las siguientes:
- Primera Ley: Todos los rasgos de conducta humanos son heredables.
- Segunda Ley: El efecto de ser criado en la misma familia es más pequeño que el efecto de los genes.
- Tercera Ley: Una parte sustancial de la variación en rasgos conductuales humanos complejos no se explica ni por el efecto de los genes ni por el de las familias.
Esto es lo que dice Pinker sobre estas tres leyes:
“Las tres leyes de la genética de conducta pueden ser los descubrimientos más importantes de la historia de la psicología. Sin embargo, la mayoría de los psicólogos no han captado su importancia, y la mayoría de los intelectuales no las entienden aunque se han explicado en las portadas de las revistas. No es porque las leyes sean abstrusas: cada una puede ser expresada en una frase sencilla y sin parafernalia matemática. Más bien se debe a que pasan por encima de la Tabla Rasa y la Tabla Rasa está tan integrada que muchos intelectuales no pueden comprender una alternativa a la misma, y no digamos discutir si es verdad o no”.
Mito 2: Los trastornos mentales son causados por las experiencias infantiles tempranas
Es indiscutible que los sucesos traumáticos son un factor de riesgo para la aparición de trastornos mentales, y no hay duda de que experiencias extremas –que están afortunadamente fuera del rango de las experiencias del desarrollo normal de un niño, como el abandono sufrido por miles de niños en los orfanatos de Rumanía en la era Ceausescu– tienen consecuencias a largo plazo sobre el desarrollo emocional e intelectual del niño. Pero dentro del rango más habitual de experiencias, el resumen que podemos hacer sobre este punto sería el siguiente: es verdad que las personas con trastornos mentales tienen muchas veces experiencias de abusos o maltrato en la infancia, pero también es verdad que la mayoría de las personas que sufren abusos o maltrato se desarrollan de una manera bastante normal. La relación trauma-patología no es unívoca ni obligatoria. Incluso muchos de los niños rumanos que fueron adoptados por padres de países extranjeros, como en Gran Bretaña, mejoraron en su funcionamiento psicológico aproximándose al nivel de los niños normales.
Existe toda una bibliografía sobre la resiliencia, la capacidad del ser humano de superar las adversidades. Muchos investigadores han señalado mecanismos que llevan a un desarrollo normal en la mayoría de los casos a pesar de graves experiencias traumáticas. Gracias a ello la mayoría de los casos no acaban en psicopatología sino en resiliencia.
Es verdad que las personas con trastornos mentales tienen muchas veces experiencias de abusos o maltrato en la infancia, pero también es verdad que la mayoría de las personas que sufren abusos o maltrato se desarrollan de una manera bastante normal
Por otro lado, la mayoría de estudios de influencias ambientales sobre la personalidad no controlan para los genes. Se fijan por ejemplo en que un niño sufrió abusos o maltrato de pequeño pero no en que los padres de estos niños padecían trastornos de personalidad como psicopatías u otros trastornos mentales con lo que los padres están pasando, además de un ambiente, unos genes a sus hijos. La heredabilidad de muchos trastornos psiquiátricos es media-alta, por ejemplo la de la esquizofrenia es de un 70-80%. Un ejemplo de mito en este terreno es el del ciclo del abuso, pero no es cierto, la mayoría de los niños maltratados no se convierten en maltratadores.
Quizás una buena manera de sintetizar este punto es la forma en que lo hace Joel Paris:
“El resultado de la adversidad en la infancia es muy variable. A ser posible es mejor para los niños que se les pueda proteger de traumas, discordias familiares, rupturas familiares o de la pobreza. Cada una de estas dificultades puede aumentar el riesgo de trastorno mental, por lo menos en algunos niños y en algunos adultos. Cuantas más adversidades estén presentes, mayor será el riesgo de que aparezca patología. Pero incluso cuando los niños se ven expuestos a múltiples adversidades, la mayoría de los niños consiguen escapar a cualquier forma de trastorno mental”.
Mito 3: La psicoterapia efectiva depende de la reconstrucción de las experiencias infantiles
Los dos mitos anteriores cristalizan en este tercero y si los anteriores no tienen suficiente apoyo eso ya descalifica la utilidad de una terapia basada en los mismos. La creencia en este mito ha sido la causa de uno de los mayores escándalos en la historia de la psicología, la crisis de la terapia de los falsos recuerdos que llevó a acusaciones no fundadas de pederastia, de participación en cultos satánicos y a la cárcel a muchos padres inocentes en medio de una histeria de masas más propia de los tiempos de las Brujas de Salem que del siglo XX. Elizabeth Loftus, a la que recientemente se le ha concedido el premio John Maddox de 2016 ha demostrado la limitada utilidad de los recuerdos infantiles y la facilidad para crear falsos recuerdos por sugestión o hipnosis. Ya está de sobra demostrado a estas alturas que nuestra memoria no trabaja como una grabadora. Pero esta autora recibió amenazas de psicólogos y psiquiatras y tuvo que llegar a estar protegida cuando empezó con sus investigaciones que cuestionaban este mito.
La idea de que hay que llegar a algún suceso en la infancia y editarlo, corregirlo con lo que se resuelven los problemas del sujeto (puro pensamiento mágico) es muy cinematográfica aunque carezca de pruebas que la apoyen. Aparte de la terapia de los falsos recuerdos son incontables las terapias que se han basado en este mito, muchas de ellas sin ningún tipo de reconocimiento oficial. Podemos mencionar el caso de la terapia del renacimiento que provocó la muerte de la niña Candace Newmaker, de 10 años. A la niña se la envolvió en unas mantas que representaba supuestamente el útero y varios adultos se sentaron encima intentando reproducir el trauma del nacimiento hasta que la asfixiaron, proceso que además fue grabado. Los “terapeutas” fueron condenados a 16 años de prisión.
Por otro lado, si ese requisito fuera necesario para la eficacia de la psicoterapia las terapias que no lo cumplen no funcionarían cosa que no es cierta. Aunque los tiempos en que se culpó a los padres de la esquizofrenia de sus hijos y a las madres (las “madre nevera” de Bruno Bettelheim) también del autismo de sus hijos quedaron atrás, todavía seguimos viendo a muchos pacientes que quieren saber “por qué les ocurre lo que les ocurre” entendiendo por ello que hay que ir para atrás en el tiempo y a muchos terapeutas que desdeñan las terapias cognitivo-conductuales porque no van “al fondo del asunto”, que lógicamente creen que está en la infancia.
En definitiva, el determinismo infantil, la idea de que las experiencia infantiles son la causa de todo lo que nos ocurre luego en la vida y la negación y olvido de otras influencias (ambientales y genéticas) así como de que nuestra plasticidad y capacidad para aprender persiste durante toda la vida, es algo muy incrustado en nuestras creencias y no hay elementos para pensar que vaya a desaparecer en el futuro más inmediato. Para cerrar, un párrafo de Jerome Kagan sobre las experiencias infantiles y sus efectos posteriores en la vida:
“Los miles de niños que nacerán hoy en todo el mundo experimentarán ambientes muy diferentes en los primeros dos años. Algunos serán criados por cuidadores en algún kibutz, otros por sus abuelas o por sus hermanas mayores; algunos irán a guarderías y otros se quedarán en casa con sus madres. Algunos tendrán muchos juguetes, otros ninguno. Algunos pasarán el primer año en una oscura chabola envueltos en harapos mientras que otros gatearán en luminosas habitaciones llenas de juguetes, libros de dibujos e imágenes de televisión. Pero a pesar de esta extraordinaria variación de experiencias tempranas, excluyendo una pequeña proporción con daño cerebral o efectos genéticos, la mayoría aprenderán a hablar antes de los dos años, serán autoconscientes para los tres años y serán capaces de asumir algunas responsabilidades familiares para los siete. Las diferencias psicológicas entre estos niños son triviales comparadas con la larga lista de similitudes. La prevalencia de trastornos mentales serios como esquizofrenia y depresión así como otros más leves como los trastornos de ansiedad, es sorprendentemente similar en todo el mundo, a pesar de que los niños son criados en ambientes muy distintos. Este hecho no es consistente con el significado que se da a los dos primeros años.”
Referencias:
- Tomasz Witkowski y Maciej Zatonski. Psychology gone wrong. The dark side of science and therapy. BrownWalerPress Boy Raton, Florida USA 2015. Capítulo 9: The Myth of childhood: foundation of therapies exploring the past
- Joel Paris. Myths of Childhood. Routledge 2014
- Jerome Kagan. Three Seductive Ideas. Harvard University Press 1998.
- John Bruer. The myth of the first three years: a new understanding of early brain development and lifelong learning. Free Press 2002
17 comentarios
Excelente.
Hola Edwin,
lo que quiero decir es que ni los genes ni la infancia determinan nada. Los genes influyen más de lo que creemos, el periodo prenatal influye más de lo que creemos, la infancia temprana influye menos de lo que creemos, la adolescencia influye mucho más de lo que creemos y a edad adulta también influye más de lo que creemos. Y esto es así porque creemos que lo que nos ocurre en la infancia determina cómo vamos a ser de mayores y esto es falso. Un niño criado normalmente ya tiene todos los estímulos necesarios para desarrollarse, no hace falta ponerle Mozart ni va a hacer más conexiones neuronales por ello ni va a ser más inteligente.
Por otro lado no hay periodos críticos ni ventanas en las que lo que ocurra ya es determinante de por vida. Si eso fuera así ni los psicólogos ni los psiquiatras tendríamos nada que hacer, todo quedaría decidido desde la infancia. Y sabemos que no es así. Son necesarios muchos traumas y sostenido en el tiempo para que dejen secuelas irreversibles. Hasta los niños de los orfanatos de Rumanía se recuperan en familias de adopción normales. Tenemos resiliencia y plasticidad cerebral.
Pero la idea central de mi artículo sería la siguiente: lo que viene primero no es la causa de lo que viene después. Este es un error histórico y recurrente del ser humano. Nuestra mente está diseñada para inferir que lo que viene después es causado por lo anterior pero esto no tiene por qué ser así: el día no es la causa de la noche aunque venga antes que ella. Tanto el día como la noche están causado por una tercera cosa: la rotación de la tierra. De la misma manera en la infancia es cuando se van a manifestar por primera vez muchas disposiciones que son diferentes en cada persona. La infancia es la primera vez en la que se va a manifestar lo que ese organismo trae al encontrarse con el ambiente. Y no empezamos a vivir por los 17 años o por los 85. Si empezáramos a vivir por los 85 años diríamos que esa edad es la que causa como somos el resto de nuestra vista, cómo seremos luego a los 25 por ejemplo…(hay una película donde se vive de atrás a delante ¿no?) porque es la primera vez en que lo observaríamos. No sé si me explico…
Ha habido pacientes que me han dicho que de pequeños les afectó mucho un comentario de su abuela de que tenia la nariz grande (o lo que fuera) y que eso les marcó de por vida, que luego toda la vida le ha dado vueltas a eso. La realidad es que esa persona ha sido un TOC toda su vida y que ese comentario de su abuela no es la causa de su TOC sino que su neuroticismo, su hipersensibilidad y su obsesividad son la causa de que ese comentario le afectara tanto…En definitiva que en este tema de la infancia confundimos causa con consecuencia muchas veces.
Esto se debe por supuesto a que pensamos que somos tablas rasas y que se empieza a escribir en nosotros al nacer. La realidad es que traemos ya un boceto de lo que vamos a ser en los genes y cantidad de influencias ambientales y hormonales en el feto son también decisivas.
Bueno, espero haber contestado a tu pregunta
Solo quiero preguntar lo siguiente, para tener claro tu punto e vista del autor… ¿estás tratando de decir que la infancia no determina ABSOLUTAMENTE NADA en la personalidad futura y que da lo mismo estimular a los niños y niñas hasta los 3-5 años porque igual van a ser como determinen los genes que serán, o estás tratando de decir que la infancia temprana no tiene TANTO PESO como algunas personas, psicólogos entre ellos, pudieran pensar? Saludos
Me pareció muy muy interesante todo lo que desencadenó tu opinión Pablo, no cabe duda que el conocimiento es infinito y ésta nuestra área requiere de especialistas abiertos a sus propios procesos de alimentación y realimentación. Felicidades Pablo por generar todas estas opiniones tan interesantes y tan motivadoras,saludos.Gloria
Esos mitos son de estudios del siglo pasado, el mismo Psicoanalisis los rechaza actualmente, los invito a leer sobre la teoría del apego la cual toma en cuenta los vínculos primarios y los vínculos posteriores en el desarrollo de la vida sin hacer un lado los gener, se debería hacer investigación no para desacreditar, si no para conocer más.
Me parece interesante tanto el artículo, como los comentarios. Las respuestas a los comentarios mantienen en general el respeto debido. Guau. Gracias.
Felicitaciones Pablo por el artículo, me pareció muy ilustrativo y organizado. El título mismo es elocuente ya que habla de los mitos. Al mito de la infancia seguramente le caben las propiedades reconocidas para todos los mitos: no se sabe bien su origen, su enunciado se va propagando a través de las generaciones, su postulado pasa de ser una simple creencia a una realidad probada y consumada y finalmente, suele adquirir una apariencia invulnerable y cristalizada.
Un mito, entonces, es una creencia antes que cualquier otra cosa. Y los psicólogos sabemos perfectamente la fuerza que las creencias tienen en nuestras percepciones, nuestros pensamientos y nuestras conductas. Las condicionan y -en situaciones límite- las someten. Nuestras creencias operan de tal forma que no vemos todo lo que existe y hacen que que vemos con claridad cosas que no existen.
En la encuesta administrada sobre los 3 mitos respecto de la importancia de la infancia en la vida adulta, se ve con claridad que esta creencia está mucho más arraigada entre los profesionales de otras disciplinas que entre los psicólogos. Creo que habría que prestar atención a este supuesto porque este mito perdería -muchas veces- su neutralidad para convertirse en iatrogénico. Si alguien está convencido de que una infancia complicada implica de por sí una adultez traumática, es muy posible que luego esta misma creencia actúe como un círculo vicioso en la génesis de algún trastorno de su personalidad. Como bien se desarrolla en este artículo, en todo caso la infancia con sus experiencias podrá ser un factor más entre todos aquellos intervinientes en el desarrollo de algún rasgo de personalidad o un trastorno pero -en ningún caso- será su causa eficiente. Creer que las experiencias traumáticas infantiles de por sí determinan una adultez complicada obstruye el proceso psicoterapéutico al centrar su génesis en un lugar donde no se encuentra. Sólo por este efecto del círculo vicioso creo que a lo que se plantea en este trabajo que ha hecho Pablo merece enorme atención.
La psicología popular está llena de mitos que suelen ser iatrogénicos. Muchas personas creen que quien va a suicidarse jamás lo anuncia previamente, siendo entonces que quien lo preanuncia es porque no lo hará y sólo busca llamar la atención. Esta falsa creencia costó muchas vidas que podrían haber sido salvadas… La mayoría de los suicidas de una manera o de otra lo preanunciaron.
Pero los problemas no comienzan y terminan en la psicología popular. He visto muchísimos profesionales que ingresaron en la Universidad movidos por alguna creencia popular de la psicología y pese a cursar toda la carrera y luego trabajar años con pacientes, no han podido hacer otra cosa que confirmar aquellas creencias que -por la intensidad de su luz- encandilaron el resto de las alternativas tornándolas invisibles…
Muchos saludos,
Un ejemplo de que la genética influye en el comportamiento humano es el temperamento, característica netamente biológica y un ejemplo de que el temperamento es modificable es la raza humana entre otras especies; en otras palabras: Si, mucho de la conducta es heredado pero es susceptible de ser modificado y esto lo trata de explicar la epigenética. Ahora bien, con respecto a los mitos de que se habla en esta discusion, se considera que el individuo debido a su estructura biológica perceptiva (percerpción) tiende a individualizar la realidad y crea una interpretación particular de ella (por eso se dice que hay muchas realidades), luego entonces las vivencias de cada sujeto son experimentadas de forma única independientemente de su tipo (vivencias traumáticas o no) y la influencia de estas experiencias sobre la conducta de un ser humano por lo mismo son particulares. La explicación de porque un individuo puede ser muy destructivo y otros no esta en la unicidad del individuo y no en la estadística…..hasta aqui por el momento
No hablo ya como psicóloga clínica, si no como madre. Empecé a llevar a mi hija a la guardería con 8 meses, y buena parte del grupo ha continuado siendo compañeros de clase hasta los 17 años actuales. Es verdad: viendo la evolución de cada niño, vemos al hiper-estructurado C* que jugaba colocando los juguetes (siempre pensé que era Asperger), que con 4 años tuvo un ingreso en urgencias por que no le dió la gana hacer de vientre una semana seguida, que quería hacer ingeniería…. y que se suicidó con 17 por que se agobió por no sacar la nota que esperaba. Tenemos a nuestra pequeña C*, dulce, introvertida, inteligente, creativa, tremendamente sociable… que hoy está tiñendo camisetas, quiere hacer medicina (psiquiatría) y que no pierde ni la sonrisa ni la dulzura, aunque nunca se sabe exactamente que piensa, por que todo lo gestiona “para dentro”… Efectivamente, cada niño ha tenido un cúmulo de experiencias diferentes, pero el grueso de su personalidad se ha mantenido intacta. Me resulta curioso como a veces la ciencia “desbarra” por encima de la experiencia más común.
Hola Pablo!!! Antes que nada te felicito por tu artículo que como ya vimos a muchos les pega en su niño herido. Y que desafortunada mente pareciera que no fueron a la escuela, o no se actualizan.
Lo que tu mencionas del 50 % de los genes por desgracia es verdad, ya que nosotros aquí en el instituto hemos hecho investigaciones sobre el temperamento y el porcentaje es muy similar. Y aún a pesar de eso sabemos que la niñez “No determina” influye, pero no determina, así como la adolescencia o la juventud, que también estas etapas influyen pero no son determinantes por si solas. Ya que como todos sabemos se requiere de las tres etapas para formar la “Personalidad madura”, habiendo adquirido del temperamento la moderación durante la niñez para formar el “Carácter”, sumando procesos meta cognitivos durante la adolescencia para dar forma a su personalidad, para que con la llegada de la madurez neurológica (22 años en mujeres 26 en los hombres) se pueda dar ahora si la “Personalidad madura”.
Pero por desgracia ya nos dimos cuenta que ni las personas, ni muchos psicólogos pueden con su temperamento genético que solo quieren placer y le rehuyen al dolor (más si es emocional), y siguen su vida sin pasar por los filtros antes mencionados. por lo que da la apariencia de un “Determinismo Genético”.
Saludos y felicidades nuevamente por tu artículo!!!!
Albert, Carlos,
Vuestros comentarios confirman que es imposible hablar de genes sin que a continuación nos venga a la cabeza o se mencione la palabra determinismo. Creo que yo no hablo de determinismo pero sí, hablo de genes…No sé si os habéis fijado que también hablo de resiliencia y de plasticidad. Hablo de que los genes existen e influyen en la personalidad y también las influencias de todo tipo durante el embarazo y también la infancia pero también la adolescencia y la edad madura. El cerebro es plástico y los mecanismos de aprendizaje funcionan toda la vida. Precisamente lo que combato es un determinismo, el determinismo de la infancia que dice Kagan, y digo que no determinan porque lo que viene después las pueden cambiar. Si la infancia determinara creo que tanto vuestro trabajo como el mío se vería muy comprometido.
Estamos viviendo una época como sabéis en la que los estudios en Psicología no se replican pero los estudios de genética de conducta están entre los que más se replican. Y precisamente lo que los estudios de genética de conducta han demostrado es la importancia del ambiente. Como señalo con respecto a la personalidad redondeando la influencia de los genes es del 50% lo que quiere decir que la del ambiente es por lo menos igual. En otros trastornos la influencia de los genes es mayor como en el autismo o la esquizofrenia. Como los datos son esos tenemos que aceptarlo y parece que la Psicología es una de las disciplinas que más acepta la influencia de los genes, cosa que yo creí que no era así, por lo menos en mi entorno.
Con respecto al libre albedrío, Albert el jurado está todavía reunido pero hay muchas probabilidades de que no exista. Tienes un resumen de mi opinión aquí y te recomiendo también el último libro de Yuval Harari, Homo Deus, su capítulo 8 , creo recordar. Pero negar el libre albedrío tampoco tiene por qué llevarnos al fatalismo, pero ese es otro debate.
Carlos, en cuanto a la tendencia a buscar chivos expiatorios ¿que me dices de la madre nevera que menciono ahí o de la madre esquizofrenógena? ¿cómo medimos el daño, la culpa y las vidas de madres y padres que han destrozado esos conceptos “ambientalistas”?
¿Cómo medimos el daño que ideas como la de potenciar la autoestima y los millones de dólares que se han gastado en eso sin ningún resultado? ¿o en programas basados en estos mitos de la infancia como el programa 0-3 años por el que se suponía que si estimulabas a los niños de 0-3 años con música etc. hacían más conexiones neuronales y luego eran más exitosos en la vida? Todo esto demuestra lo perjudicial para la sociedad de seguir manteniendo los mitos de la infancia que no tienen base científica.
Creo que mostráis un reacción desproporcionada ante el papel de los genes en la psicología y psicopatología humana. En esencia, creo ya es hora de dejar atrás que los mitos sobre la infancia que estos autores critican y no tenemos que tener miedo de aceptar que los genes existen y que hasta el 80% de ellos se expresan en el cerebro. Pero los genes son posibilidades, de actuación que están continuamente pendientes del ambiente, como señala Carlos con la epigenética, y adaptándose a él. Si no fuera así los seres vivos habrían desaparecido porque el que manda en la evolución es el ambiente. Individuos con genes que no se adapten a cambios en el ambiente desaparecen.
Pensar que si algo es genético no se puede cambiar es un error. La fenilcetonuria es una enfermedad genética pero podemos evitar que origine retraso mental si hacemos una intervención ambiental: cambiar la dieta y quitar la fenilalanina. Yo tengo mecanismos para ponerme moreno basados en la melanina, etc, pero si uso un sombrero o una sombrilla no me pondré moreno. Genes y determinismo no van unidos.
Un saludo
La argumentación del artículo es la siguiente: la infancia no nos condiciona sino que lo hace la genética. En cierto punto se dice que no todos los maltratados se convierten en asesinos, por lo que el autor sostiene que la infancia del asesino no influye. Pero eso es como afirmar que todos los expuestos al ébola no desarrollan la enfermedad, por lo tanto el ébola no es es agente causante.
No, así no se demuestra nada. Si el caracter de las personas es heredable hay que señalar qué es lo que se hereda y que genes son los responsables de cada unidad caracterológica. Y de eso tenemos muy poco. Y no es lo mismo esquizofrenia que depresión.
Decir que todo el carácter de las personas es genético es afirmar que todo lo que hacemos está determinado, hasta el holocausto. ¿Entonces para que intentar cambiar nada? El capitalismo feroz: genética, el maltrato a las personas: genético, el yihadismo: genético. La depresión: genética
Steven Pinker escribe unos libros entretenidos pero plagados de especulaciones y supuestos. Es un caso de intelectual que descubre que la venta de libros es lucrativa y mejor si son acordes con el mainstream ideológico. En “Los angeles que llevamos dentro” se va de madre con el número de muertes referido a la población mundial. Eso es ética al peso.
Existe una tendencia ¿científica? actual muy fuerte para tratar de explicar la personalidad mediante la genética, y detrás hay algo preocupante, la necesidad perentoria de buscar chivos expiatorios, ídolos a los que echar las culpas de lo que somos. Mejor que sea un gen el responsable de nuestros pésimos actos.
No, no todo son genes, y el conocimiento científico actual está cuestionando el edifico entero de la genética. Hace 20 años no teníamos ni idea de la importancia de la epigenética.
Un saludo
La psicología es una ciencia muy pero que muy compleja, y todo intento de reducirla es siempre sospechoso. Evidentemente que la genética es decisiva en la personalidad y en la génesis de los trastornos psicológicos, pero también lo son los vínculos relacionales creados en la infancia y las experiencias traumáticas. Como psicólogo, no entiendo por qué se contraponen en el artículo, ambos son factores implicados y creo que la mayoría de psicólogos lo admite sin problemas.
Dicho eso, el artículo se centra exclusivamente en hablar de determinismo, sean genes o experiencia. Pero queda esa otra parte de los humanos que es el libre albedrío. La voluntad. La libertad. La responsabilidad. Todos esos asesinos tomaron en última instancia decisiones libres, que no se pueden reducir a causas concretas sinó a decisiones fruto de su voluntad. Por ese motivo, sobretodo por ese motivo, ni la mayoría de narcisistas deprimidos estallan su avión lleno de pasajeros, ni la mayoría de los niños abusados se convierten en monstruos abusadores.
Charles Mason asesino en serie??? fue condenado por inducir a otros a asesinar pero el no mató a nadie.
Influencia genética en la conducta: https://evolucionyneurociencias.blogspot.com.es/2017/05/influencia-genetica-en-la-conducta.html
En la primera parte de la tabla puedes ver la heredabilidad de los Big Five
Afirmar que el 50% de la personalidad es heredada, me suena bastante brutal y generalizar los estudios de gemelos mas. De hecho creo que la cita final es bastante tacaña a nivel conceptual ya que solo menciona conductas criticas en las personas.
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