Un tercio de la población del mundo son niñas, niños y adolescentes. Muchos de ellos pueden sufrir trastornos mentales, neurológicos o por abuso de sustancias (TMNASs), estimándose que en los países en desarrollo (que cuentan con el 90% de la población infantil mundial), una quinta parte sufre al menos un trastorno.
A nivel mundial, los TMNASs representan el 13% de las enfermedades, superando tanto a las enfermedades cardiovasculares como al cáncer (Kieling & Rohde, 2012; Whiteford et al., 2013). La mayoría de los TMNASs aparecen por primera vez en la infancia, afectando la salud y la calidad de vida de las personas a futuro (Kieling et al., 2011; Patel et al., 2007, 2008).
¿Por qué es importante? A pesar de su alta prevalencia, atender cuestiones de salud mental no es prioridad en muchas partes del mundo, y las niñas, niños y adolescentes suelen ser los más desatendidos. En los países en desarrollo, donde la mitad de la población es menor de 18 años, se estima que uno de cada cinco niños y adolescentes padece un trastorno de salud mental. Por lo tanto, es esencial detectar estas condiciones de manera oportuna y precisa.
Muy frecuentemente, esta tarea encuentra grandes desafíos que necesitan ser abordados para garantizar la atención en salud mental a todas las personas. Recientemente, un equipo de investigadores realizó un estudio en el que participaron expertos en salud mental de 37 países, que identificaron los principales desafíos éticos, sociales y culturales de la detección de problemas de salud mental en niñas, niños y adolescentes en países en desarrollo, y que propusieron soluciones para cada desafío.
Como resultado, y de manera abrumadora, los panelistas apoyaron fuertemente las pruebas de detección de problemas de salud mental para niñas, niños y adolescentes. Recomendaron asegurar la aceptación local y el apoyo para la detección antes del inicio del programa de detección, junto con una protección cuidadosa y completa de los derechos humanos; integrar los procedimientos de detección en la atención primaria; diseñar e implementar herramientas de detección, programas y seguimiento culturalmente apropiados; asegurar financiación a largo plazo y la detección por turnos de tareas para no especialistas locales (Salamanca-Buentello et al., 2020).
Metodología: el equipo de investigadores realizó tres rondas de encuestas Delphi desde octubre de 2013 a diciembre de 2013.
Delphi es un procedimiento de construcción de consenso estructurado y sistematizado que utiliza feedback iterativo para recopilar y destilar el conocimiento de un panel interdisciplinario de expertos que permanecen anónimos entre sí. La dinámica de este método implica que grupos heterogéneos de expertos proporcionen de forma independiente respuestas a preguntas específicas, pero compartan decisiones a través de facilitadores que recopilan, organizan, resumen y analizan las respuestas a través de mecanismos formales y sistematizados.
Los panelistas fueron seleccionados a partir de una invitación enviada por correo electrónico a 490 expertos adultos de 65 países que habían demostrado mérito y liderazgo basados en antecedentes y logros académicos, científicos y profesionales, y que habían tenido responsabilidades en cuanto a la toma de decisiones a nivel local y mundial, o una amplia experiencia de campo en países en desarrollo.
Basados en la clasificación de países del Banco Mundial dependiente del ingreso bruto nacional per cápita, los investigadores definieron tres categorías: países de ingresos bajos-medios, países de ingresos altos, o países de ingresos mixtos. Los panelistas fueron asignados a una de las tres categorías de acuerdo con su país de origen y su lugar de trabajo.
De los 490 expertos de 65 países invitados inicialmente a participar, 165 expertos (34%) de 42 países respondieron a la Ronda I. Ciento treinta y cinco expertos de 37 países terminaron la Ronda I y también completaron las Rondas II y III.
Los investigadores enviaron recordatorios periódicos por correo electrónico a los participantes a lo largo de cada ronda para aumentar la tasa de respuesta.
Desafíos y soluciones: Concluida la ronda final, los panelistas habían seleccionado y clasificado 39 desafíos, agrupados en ocho temas, y 32 posibles soluciones a estos desafíos, organizados en siete temas:
DESAFÍOS |
SOLUCIONES |
– Diseño y validación inadecuados de herramientas de control.
|
– Diseño y validación adecuados de las herramientas de detección.
|
– Aplicación e interpretación inadecuadas de las herramientas de detección.
|
– Aplicación e interpretación adecuada de las herramientas de detección
|
– Debilidades de los programas de detección.
|
– Problemas logísticos generales relacionados a la infraestructura del cuidado de la salud mental.
|
– Carencia de sistemas preexistentes de salud mental dentro de la infraestructura de salud pública de la nación.
|
– Problemas logísticos generales relacionados con la infraestructura de la salud mental
|
– Estigmatización, discriminación, marginalización y exclusión.
|
– Dignidad humana, derechos humanos, privacidad, consentimiento, confidencialidad, y consideraciones legales y regulatorias.
|
– Miedo y falta de confianza.
|
– Educación, entrenamiento y capacidad de construir.
|
– Dignidad humana, derechos humanos, privacidad, autonomía, consentimiento y confidencialidad.
|
– Compromiso público y comunitario.
|
– Educación, entrenamiento, capacidad de construcción, y compromiso público y comunitario
|
Estas recomendaciones pueden servir como guía para la toma de decisiones y políticas, la asignación de recursos y la cooperación internacional. También ofrecen un enfoque novedoso para reducir la carga de estos trastornos al fomentar su prevención y manejo oportunos y sensibles al contexto. Implementar las soluciones propuestas por los expertos podría contribuir en gran medida a la detección temprana de TMNASs y consecuentemente a mejorar la atención en salud mental que reciben niñas, niños y adolescentes, así como su calidad de vida.
Referencia bibliográfica:
Kieling, C., Baker-Henningham, H., Belfer, M., Conti, G., Ertem, I., Omigbodun, O., Rohde, L. A., Srinath, S., Ulkuer, N., & Rahman, A. (2011). Child and adolescent mental health worldwide: evidence for action. The Lancet, 378(9801), 1515-1525. https://doi.org/10.1016/S0140-6736(11)60827-1
Kieling, C., & Rohde, L. A. (2012). Going Global: Epidemiology of Child and Adolescent Psychopathology. En Journal of the American Academy of Child & Adolescent Psychiatry (Vol. 51, Número 12, pp. 1236-1237). https://doi.org/10.1016/j.jaac.2012.09.011
Patel, V., Flisher, A. J., Hetrick, S., & McGorry, P. (2007). Mental health of young people: a global public-health challenge. The Lancet, 369(9569), 1302-1313. https://doi.org/10.1016/S0140-6736(07)60368-7
Patel, V., Flisher, A. J., Nikapota, A., & Malhotra, S. (2008). Promoting child and adolescent mental health in low and middle income countries. Journal of Child Psychology and Psychiatry, and Allied Disciplines, 49(3), 313-334. https://doi.org/10.1111/j.1469-7610.2007.01824.x
Salamanca-Buentello, F., Seeman, M. V., Daar, A. S., & Upshur, R. E. G. (2020). The ethical, social, and cultural dimensions of screening for mental health in children and adolescents of the developing world. PloS One, 15(8), e0237853. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0237853
Whiteford, H. A., Degenhardt, L., Rehm, J., Baxter, A. J., Ferrari, A. J., Erskine, H. E., Charlson, F. J., Norman, R. E., Flaxman, A. D., Johns, N., Burstein, R., Murray, C. J. L., & Vos, T. (2013). Global burden of disease attributable to mental and substance use disorders: findings from the Global Burden of Disease Study 2010. The Lancet, 382(9904), 1575-1586. https://doi.org/10.1016/S0140-6736(13)61611-6
Fuente: Plos One