Podemos encontrar los orígenes del término “asertividad” en el latín asserere o assertum, que tiene por significado “afirmar” o “defender” (Robredo, 1995, citado en Gaeta Gonzáles y Galvanovskis Kasparane, 2009). Es basándose en esta raíz que la definición de la palabra involucra la afirmación de la personalidad, confianza en uno mismo, autoestima y comunicación eficaz y segura (Rodríguez y Serralde, 1991, citado en Gaeta Gonzáles y Galvanovskis Kasparane, 2009).
Wolpe explica que una aserción “es toda expresión socialmente aceptable de derechos y sentimientos personales, lo cual incluye rechazos, reclamos, expresiones de premio y afecto, y exclamaciones de sentimientos personales tales como satisfacción, disfrute y rabia” (1983, p. 133, citado en Velásquez y cols. 2008). Lange (1980/1983, p.310, citado en Velásquez y cols. 2008) agrega además que es: “la comunicación de las opiniones, creencias, sentimientos y deseos personales de una forma directa, honrada y adecuada”. Es decir que se trata de un punto intermedio entre las actitudes agresiva y pasiva frente a otros, que envuelve tanto a la conducta verbal (vocabulario, fluidez, tono) y la no verbal (postura, expresión facial).
Las habilidades sociales necesarias para ser asertivo se pueden adquirir por aprendizaje (imitación, información, observación) y aumentan los refuerzos sociales recibidos por la persona. Hoy en día este concepto se ha hecho muy popular y es un objetivo importante cuando se trabaja afrontamiento en terapia (Montgomery, 1999 citado en Velázquez y Cols., 2008).
Flores (1994, citado en Gaeta Gonzáles y Galvanovskis Kasparane, 2009) dice que la asertividad es una habilidad verbal a través de la cual una persona es capaz de expresar creencias, opiniones, deseos y necesidades positivas o negativas. A su vez también permite que el individuo pueda establecer límites de forma honesta, directa y oportuna, manteniendo el respeto propio y durante una interacción social ya sea con un extraño, con un ser querido o con una persona con la cual se mantiene una relación educativo-laboral. Esta última parte del concepto considera la importancia que tiene el contexto en el que se encuentra la persona.
Fuentes:
Gaeta Gonzáles, L. y Galvanovskis Kasparane, A. (2009), Asertividad: Un análisis teórico-empírico.
Imagen: Psicología Laboral