Las estadísticas de ocurrencia de bullying a nivel mundial son alarmantes. Solo en los Estados Unidos, el Departamento de Justicia (2013) reportó que un aproximado de 160 mil niños al día decide no ir a la escuela por miedo a ser acosados física o verbalmente por sus compañeros.
El acoso escolar o bullying infantil puede suceder en cualquier momento y en cualquier lugar, afectando principalmente a los grupos minoritarios (estudiantes de color o con discapacidad física, homosexuales o transgénero, por ejemplo).
Además, el bullying cibernético o cyberbullying se ha afianzado en años recientes como un medio remoto para ejercer acoso escolar sobre un porcentaje importante de la población escolar, el Centro para Control de las Enfermedades (2015) reportó que un 15,5% de los estudiantes de secundaria era acosado de forma cibernética en algún punto de su vida académica, mientras que un 20,2% sufría de acoso presencial.
Los efectos a corto y mediano plazo del bullying incluyen principalmente ansiedad, depresión, baja autoestima y, potencialmente, ideación e intento suicida. En este aspecto, y aunque el Centro para Control de las Enfermedades (2014) asegura que el suicidio no es una respuesta natural ante el acoso y que el comportamiento suicida podría darse en realidad por efecto de imitación entre los estudiantes, no es un secreto la existencia de un vínculo tangible entre los resultados directos del bullying (depresión crónica, por ejemplo) y una tendencia suicida.
De hecho, un estudio realizado por Gini y Espelage (2014) sugiere que los estudiantes en estado de victimización por bullying son 2.2 veces más propensos a la ideación suicida y 2.6 veces más a los intentos de suicidio.
un aproximado de 160 mil niños al día decide no ir a la escuela por miedo a ser acosados física o verbalmente por sus compañeros
Efectos del bullying durante la adultez
Pero ¿qué ocurre con los niños que han sufrido acoso durante la infancia una vez llegada la adultez?
El bullying durante la infancia podría conducir a efectos negativos perdurables, como una mayor prevalencia de factores de riesgo psicosociales para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares durante la adultez.
De acuerdo con un artículo publicado en Psychological Science, diario de la Asociación de Ciencia Psicológica, ser víctima de bullying se relaciona directamente con un incremento en la tendencia de hábitos de vida poco saludables, problemas financieros en la etapa adulta, un menor optimismo en relación con el futuro dos décadas después de la experiencia de bullying y una percepción subjetiva de ser tratado de forma menos justa por los demás.
De acuerdo con los autores del estudio, los efectos a largo plazo del bullying son un asunto importante para definir, ya que la mayoría de los estudios se basan en las derivaciones sobre la salud mental de los afectados pero no en el impacto potencial, los efectos sobre la salud física y los factores de riesgo psicosociales que el acoso desencadena.
Investigaciones previas habían vinculado la experiencia del bullying durante la infancia con factores de riesgo en la etapa adulta, como hostilidad y problemas de ira, así como el impacto de estos sobre la salud física en relación con el desarrollo de enfermedades cardíacas y problemas de presión arterial. No obstante, los expertos concuerdan en que el bullying deriva en un conjunto de consecuencias perjudiciales que afecta todo el grupo de interacciones sociales del individuo, poniéndolo en riesgo de sufrir más adelante los efectos negativos de una sobrecarga de estrés.
¿Y qué pasa con los acosadores?
Un aspecto importante a destacar del estudio es que no solo se identificaron consecuencias negativas para las víctimas de acoso, sino también para los perpetradores.
Los acosadores o bullies resultaron mostrar un comportamiento agresivo veinte años después de la experiencia de bullying, así como un mayor consumo de tabaco y marihuana.
Para los investigadores, esto se debe a que el acoso implica una serie de situaciones estresantes tanto para las víctimas como para quienes lo ejercen, de modo que ambas partes podrían hallarse con los años en un mayor riesgo de padecer problemas de salud física y mental relacionados con el estrés.
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